Es
sorprendente la cifra de 2.7 libros que en promedio lee la gente durante un año
en nuestro país. Mucha gente dice leer
4.2 pero no más de 5 libros y el promedio sigue siendo muy bajo. Aunque las
respuestas de las encuestas que se han realizado dan respuestas como: “Soy una persona muy ocupada” “No tengo tiempo para leer” “Vivo
muy estresado y no tengo tiempo” “Antes la gente tenía más tiempo para leer”
“Hay muchos avances electrónicos que son ilustrativos”, y tantas otras contestaciones
iguales de personas que dicen tener varias cosas importantes por hacer,
obligaciones y responsabilidades que cumplir que no pueden perder tiempo en una
lectura de un libro.
Da
la impresión que para muchas personas la literatura es un entretenimiento que
pueden permitirse solamente quienes disponen de tiempo libre, al menos así han
sido las respuestas de ¿A usted no le
gusta leer? “Sí claro, pero yo soy una persona muy ocupada”, dando la
impresión de que quienes sí leemos no tenemos ocupación alguna, y ese señor, como
miles de señores iguales a ellos, tienen tantas cosas importantes, tantas
responsabilidades adquiridas que no pueden perder tiempo en leer algún libro,
revista o periódico.
Aducen
como respuesta que “Antes la gente tenía
más tiempo para leer” y aunque no es justificación, estamos viviendo una
etapa de especialización y competencia debido al prodigioso desarrollo de la
ciencia y la técnica; tienen muchos beneficios y es un motor de progreso, pero
también va eliminando denominadores comunes de la cultura y conduce a la
integración de grupos de especialistas a los que un lenguaje, unos códigos y
una información les concentra en grupos separándolos del todo social.
En
el caso de la literatura, se maneja un común denominador de la experiencia
humana que nos entendemos y comprendemos como miembros de la misma especie, sin
importar: ocupaciones, límites geográficos, creencias, religiones o
nacionalismo, haciéndonos iguales en todo el género humano, ya que la
literatura no tiene barreras y permite imaginar muchas cosas y lugares. En este aspecto no hay mejor enseñanza que
los buenos libros, para conocer diferencias étnicas culturales, riqueza del
patrimonio humano y otros fenómenos sociales de integración como pueden ser las
actividades que desarrollan los grupos sociales.
El
sentimiento humano es una pertenencia de la colectividad humana a través del
tiempo y el espacio y es un logro de la cultura y nada contribuye tanto a
incorporarlo en cada generación, considerándolo como uno de los primeros
efectos benéficos como es el caso del lenguaje que ayuda en forma directa a
expresarse con claridad, profundidad y
corrección que se ha cultivado en los textos literarios. Una persona que no
lee, o lee poco o lee solamente basura, puede llegar a hablar mucho, pero dirá
siempre pocas cosas de interés, por las limitaciones de expresión de las que
carece y esto se deriva no por limitación verbal, sino más bien se considera
como una limitación intelectual, una escasez de pensamientos y conocimientos
que por no conocerlos, no están a su alcance.
Es
claro que por mucho que se quieran utilizar otras técnicas o disciplinas no
podrán llegar a sustituir a la literatura en cuanto al conocimiento del
lenguaje. Es el caso de muchos profesionistas que pueden ser muy destacados en
su especialidad, disponen de tratados técnicos y manuales que les capacitan
como técnicos en su área, pero ese material no les capacita a expresarse con
propiedad. Muchas veces ese material didáctico está mal escrito porque sus
autores tal vez eruditos en su profesión, no saben comunicar su veredicto,
considerado como un tesoro conceptual.
Es
el caso de un médico que puede disponer de mucha experiencia en su
especialidad, pero si no sabe transmitir confianza al enfermo mediante su
expresión y trato, no podrá hacerle llegar a su paciente, el mensaje de sanación,
por expresar su pensamiento en forma muy teórica y no ponerse a la altura de su
enfermo que puede resultar más afectado en su opinión. Otra razón que da su
lugar a la literatura en la vida de las naciones es que, sin ella el espíritu
crítico y factor del cambio histórico es el mejor defensor de la libertad. La
buena literatura es un cuestionamiento radical del mundo en que vivimos, es un
refugio para quien le sobra o falta algo para liberarse de la infelicidad.
Es
tanto como en la lectura de El Quijote, salir a cabalgar al lado del escuálido y
deteriorado Rocinante y su maltratado jinete, por los descampados senderos de
La Mancha, es una manera fantástica de lograr desagraviarnos de esa vida
injusta, nos obliga siempre a ser los mismos. Con la literatura, podemos volar
en la imaginación y ocupar el lugar de otros personajes, nos arrebatan de
nuestra cárcel realista que nos mantiene en una prisión sin llave y nos lleva
al mundo de la fantasía. Después de leer “La
guerra y la paz” o “En busca del tiempo perdido”, no podemos quedar
defraudados al retornar a este mundo que marca pocos trayectos de limitantes y
servidumbres y que a cada paso hace que se desvanezcan nuestras ilusiones.
Sentimos
que los tiempos han cambiado y que ahora la gente dispone de mayores
ocupaciones que le restan tiempo libre para poder dedicarlo a la lectura, pero
esto es comparable como una medicina para el enfermo que la necesita y que sabe
que es para bien de su salud. A todos nos hace falta cultivarnos y disponer de
mejores conceptos que enriquecen nuestro pensamiento, por lo que debemos
fomentar la lectura de los buenos libros que con tantos avances tecnológicos, producen
una serie de satisfactores electrónicos, da la impresión de que los libros
impresos se van a terminar. Eso es una falacia porque si a muchos se nos
facilita leer en lectores electrónicos, tenemos oportunidad de hacerlo con
mayor entrega y lo importante es fomentar la lectura en cualquier medio, mucho
sirve para ampliar nuestra cultura y abrir nuevos horizontes, serán la base
para lograr nuestros objetivos y deleitarnos con ellos.
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