El
fin de semana anterior tuve oportunidad de acudir a desayunos y reuniones con
diversos grupos con amigos queridos que representan diversos orígenes de gente
que colabora en diferentes empresas y tomando de común denominador de plática,
se abordó el mal humor que persiste
en el ambiente, relacionándolo con temas sociales de actualidad que son
diversos que nos afectan a todos en general.
Sin
mencionarlos por no valer la pena, la preocupación proviene sobre el último aumento a la gasolina que sumado al más
reciente que hemos tenido y de la verificación,
complementa uno solo como es el uso y utilización del coche, que aunado a
los plantones y de calles de nuestra
Ciudad, motiva la preocupación de una mayoría de capitalinos preocupados por el
desarrollo de nuestras actividades. Precisamente hoy me tocó estar 40 minutos
en un plantón de unas 50 gentes en la Viga con Eje 5 y ninguna autoridad que intentara
moverlos, hasta que un particular se acomidió a dirigir el tránsito y pudimos
salir de un nudo.
Después
del último aumento de gasolina en este año, se nos informó por parte de
autoridades del gobierno, que después de ese aumento ya no tendríamos ninguno otro adicional.
Ahora se nos informa por las mismas autoridades que a partir del próximo 1° de agosto, el
precio de la gasolina magna será de 56 centavos más caro y 44 centavos el de la
premium.
Apenas
el mes pasado la premium y la magna
subieron 2.4 y l.8 por ciento respecto a mayo cuando la autoridad autorizó
elevar 34 y 24 centavos el precio por litro. Debemos tomar nota de que se puede
provocar con ello, una inflación en la que el Banco de México elevará la tasa
de interés de referencia y como consecuencia frenará la actividad económica la
cual apenas camina.
Como
ha ocurrido en casos anteriores, la única forma de obtener recursos con fines
recaudatorios, corresponden al factor externo (pueblo) con el fin de sanear a
Pemex, sanear las finanzas públicas y con esto se solucionan los problemas de
obesidad que padece el gobierno central, en perjuicio del causante en general
que es quien padece las consecuencias de estas operaciones.
Es
muy posible que si se redujeran algunos gastos del gobierno central, se
lograría una política de mayor eficiencia en la operación, con la eliminación
de gastos superfluos reconformando el gasto corriente para que sea más austero
y eficiente.
Es
posible que los ciudadanos acepten esta medida de pagar precios encarecidos,
aunque no es lo más recomendable porque se
puede llegar a conseguir una inflación
como consecuencia de aplicar la tarea difícil de contener el gasto corriente,
que no es otra cosa que demuestra incapacidad e ineptitud de operación.
Algo
debe hacerse porque observamos que ya la gente del pueblo comienza a protestar
como lo han demostrado las Cámaras agrupadas en comerciantes, industriales y
otras tantas que ya han empezado a levantar su voz y a ellas, se han sumado
otras voces que han permanecido calladas, pero no existe una situación más
delicada, que meter la mano en la bolsa
de los ciudadanos para obtener dinero de su parte, en vez de proceder a
tomar medidas serias en el recorte del gasto público en sus diferentes categorías.
Esperemos
que pronto se solucione esta escalada de aumentos inesperados, porque la gente
no puede aguantar mucho y ya se ha notado que existe en el país el descontento
de grupos que no están de acuerdo y demuestran su malestar con marchas y
plantones en las grandes ciudades, así como el cierre de las principales vías
de comunicación que mucho están afectando a la economía del país.
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