El
domingo anterior fue un día que millones de mexicanos nos sumamos a una causa: que el tricolor ganara el juego de fútbol.
El resultado final resultó adverso porque en los cinco últimos minutos del
encuentro cambió el panorama y el equipo tricolor perdió el juego habiendo sido
descalificado de la contienda. De inmediato vino el descontento de la gente y
hubo toda clase de rumores, quejas y sentimientos equivalentes al desánimo que
reinó en los mexicanos, desapareciendo de inmediato la euforia mostrada en los
tres encuentros anteriores.
Yo
no pude imaginarme la clase de magia que nos invadió al hacernos pensar una
derrota de un equipo de fútbol que participó en un juego, y fue solamente eso… un juego. Considero que una derrota no
nos puede hacer decaer el ánimo como parecía ser la expresión general y
manifiesta que se escuchaba en varios lados y según los medios de comunicación
en varias ciudades del país. A pesar de ese descontento yo escuché expresiones
de que el equipo mexicano había jugado muy bien y durante todo el encuentro,
desconcertó al equipo contrario que no pudo hacer un buen juego, a pesar de
haber sido los sub campeones de la contienda en el campeonato anterior.
Nunca
escuché opiniones de los …ratones verdes que fueran famosos en
pasados campeonatos cuando los nuestros creían jugar muy bien y cuando acudían
a esas competencias mundiales, habían sido los primeros en descalificarse. O
bien esa trillada frase que dice “se jugó
como nunca y se perdió como siempre”, dejando un claro sentido de
insensibilidad de no tener el menor conocimiento de este evento.
Haber
sido derrotados en esta lid, nos debe dejar convencidos del lucimiento que
hicieron los muchachos y del lucimiento de la camiseta que portaron con dignidad
y la supieron defender durante todo el juego y que al haber sido derrotados por un marcador
equivalente a 2 – 1, se considera que hay valores más importantes como quedó
demostrado, que ganar un simple juego ante un enemigo muy poderoso al que en
ningún momento evadieron, sino siempre le supieron enfrentar con estrategia y
valor, habiendo llegado a un marcador digno del que debemos ver las cosas
buenas que nos deben dejar un conocimiento sólido, como lo fue la entrega y la
decisión que su entrenador supo inyectarles con mucho ánimo cambiándoles la
mentalidad desde el momento en que formó un equipo de gente decidida, que estaba dispuesta a ser triunfadora.
Si
verdaderamente nos unimos desde un principio a un equipo ganador, debemos tomar
las cosas buenas y no solamente ver las malas y si nos aficionamos tanto al
equipo tricolor desde que inició su competencia, debemos continuar con ese
ánimo de triunfadores, de hacer las cosas bien en nuestra familia, en nuestro
trabajo, en todas las actuaciones en que tengamos participación directa, ya que
nosotros sí podemos conseguir cosas mejores que nos engrandezca a todos y si
demostramos el ánimo que tuvieron los muchachos en la cancha, nosotros podemos
conseguir cosas mejores para nosotros mismos y para nuestro país.
Podemos
hacer de México un pueblo campeón que no se amilana ante nada y continuar con
el ánimo de triunfadores porque nuestro pueblo dispone de materia prima
suficiente para hacer bien las cosas y conseguir mejores objetivos que mucha
falta nos hace a todos. Eliminemos el engaño, la violencia que no nos conduce a
nada bueno, porque lo único que nos deja es tristeza y frustración.
Aprovechemos
ahora a la juventud que no se amilana ante nada y que lucha cuerpo a cuerpo con
todo que se le ponga enfrente y no estemos esperanzados solamente a lo que las
autoridades puedan hacer por nosotros. Un simple marcador de 2 – 1 no nos va a
derrotar y mucho menos hacernos cambiar de opinión o sentir tristeza de un
evento deportivo. Todos queremos el triunfo para nosotros y nuestras familias,
pero debemos poner mucha entrega de nuestra parte para hacer bien las cosas,
eliminado cualquier actitud negativa que pueda dar cabida a la trampa y al
engaño.
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