Cada
semana me reúno con un pequeño grupo de compañeros de mi generación y por
consiguiente “jóvenes”
con edades cercanas a los ochenta años, lo que ha modificado un poco nuestro
aspecto físico: color y escasez del pelo, arrugas marcadas, peso corporal y
otros tantos factores que son signos del tiempo que ha dejado pequeñas huellas
en nosotros, pero con el mismo humor de antaño y mejores recuerdos de tiempos
vividos en plenitud de actividades.
En
ocasiones hablamos de los últimos decenios, mencionando que la medicina ha
logrado controlar de las principales enfermedades infecciosas que aquejan a la
humanidad, pero aún es impotente para aliviar los males crónicos que nos
causamos nosotros mismos por nuestra ignorancia y por no aprovechar los
conocimientos que ya son del dominio público como es el caso de alcanzar “la buena salud” que es o debería ser algo muy divertido.
Nuestras
reuniones las hacemos en un acostumbrado desayuno los días viernes. Conozco
mucha gente que no acostumbran desayunar para cuidar el peso o porque no les da
tiempo de hacerlo. En opinión de especialistas en nutrición, opinan que la
primera comida del día debe ser fuerte, e incluir alimentos ricos en proteína,
como el huevo, la leche y cereales, que se absorben con mucha menor rapidez que
el azúcar simple y, por tanto ayudan a mantener un nivel adecuado de energía
durante la mañana, sobre todo cuando se desarrollan jornadas fuertes de trabajo
ya sea manual o intelectual.
Otra
función que se ignora, es la de hacer poco caso a la respiración. Ya Voltaire
decía desde hace más de dos siglos: “Muchas de las enfermedades humanas se
curarían con la respiración” lo que en una
época sedentaria como la actual con los aparatos electrónicos en uso, poco caso
se hace de ejercitar esta función. Cuando disponemos de algún momento libre y
podemos practicar la respiración profunda, continuamos disfrutando frente al
televisor o bien “twitteando o contestando correos” como sana costumbre y utilizando apenas la décima
parte de nuestra capacidad pulmonar, en vez de practicar algún ejercicio que
promueva una mejor oxigenación de la sangre.
Hablando
de ejercicio corporal, ignoramos la práctica de algún ejercicio corporal
necesario para beneficio de nuestro cuerpo. Hipócrates que fue considerado el
padre de la medicina decía: “Todo aquello que se usa se desarrolla; todo aquello
que deja de usarse, se atrofia”
Sin ejercicio nuestro organismo se atrofia y podemos volvernos obesos, además
de quedarnos sin aliento al menor esfuerzo, nos sentimos cansados con
propensión a enfermedades cardíacas.
Algo
que podemos considerar intrascendente es promover con frecuencia “la risa”. Hace más de 2000 años Aristóteles consideraba la
risa como un ejercicio corporal de efectos preciosos para la salud.
Posteriormente filósofos y siquiatras, desde Platón hasta Freud, estuvieron de
acuerdo con el acto de reírse porque se caracteriza por la impensada liberación
de las tensiones que tanto afectan actualmente a la humanidad, probando que la
risa ayuda a la buena digestión al estimular las secreciones glandulares,
relaja la musculatura, dando brillo especial a la mirada.
Y
así encontramos varios factores a los que damos poca importancia y sin
embargo contribuyen en forma efectiva a
la conservación de nuestra salud, que ni siquiera miles de hospitales y
clínicas pueden asegurar, porque son obra de nosotros mismos. Ahora encontramos
muchas ficciones emitidas por laboratorios y dispensarios médicos que hacen
recomendaciones y medidas sanitarias con fines de mercadotecnia que tampoco
lograrán esa finalidad ya que el mantenimiento de una buena salud… “Sólo depende de
cada uno de nosotros”
Estos
son algunos de los diversos comentarios que hacemos en grupo de amigos ochentones y es la razón por la que
promovemos estas razones, para promover otro motivo de conservación de una
buena salud, como es la de promover las “Frecuentes ejercicios sociales”
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