martes, 22 de enero de 2013

EN EL DAR ESTÁ LA RECOMPENSA.

UNIDOS PARA DAR.
Las consejas que decían los abuelos y escuchábamos con frecuencia, fueron filosofía pura que debíamos aprender y muchas de ellas no las comprendíamos en esas fechas, pero se nos quedaban fijadas en la mente, hasta que de mayor edad nos llegábamos a enterar de su significado. Estas sentencias fueron verdaderas herencias que nos transmitieron  nuestros antepasados para convertirnos en personas útiles, hasta lograr que la mayoría de los actos de generosidad parecieran surgir de forma  espontánea, como si nuestra mente se hubiera integrado por sí sola para poder servir a los demás.
 
La generosidad es dar sin esperar nada a cambio y es útil para tu propia liberación de las cosas a las que te sientes más apegado y es la mejor manera de liberarte de algún impedimento que pueda anteponer tu yo interno. La generosidad te libera de tu ego personal que abarca más allá de compartir con otras personas, una parte de tus posesiones o atributos personales. Puedes ofrecer amabilidad, amor, cuidados y nutrición allí donde sean necesarios. La generosidad es una formación que puede relacionarse con la forma que tenemos de tratarnos a nosotros mismos.
 
Esa capacidad de dar sin ningún condicionamiento, supone un entendimiento de que varias de las cosas que tú posees, tienen su origen en una oferta infinita y por lo mismo no puedes nunca experimentar una conciencia de escasez, porque tú mismo sabes que estás formando parte de una oferta infinita.
 
Varios maestros de quienes he escuchado sus pláticas, así como diversos autores especializados han sugerido que debemos comenzar el día con la mentalidad fija de: “¿Cómo puedo prestar algún servicio?” esta frase me ha servido mucho para fijar en mi mente la mejor forma de ayudar a  otros. Cuando invoco esta interrogante, siempre me encuentro que las respuestas surgen ante mí durante todo el día y me dan la oportunidad de ayudar y servir a otras personas.
 
Los beneficios que otorgues pueden ser mínimos y lo importante es estar abierto a ayudar y a servir a los demás, por citar algunos casos, puedes: transportar a un amigo a donde te lo pida, ceder tu lugar a una persona mayor, ayudar a un indigente que te solicite a pasar la calle, donar algún cheque para obras de caridad. Lo importante es servir en alguna forma a la persona que lo necesite, recordando que los servicios pueden ser múltiples, sin consistir en hacer una sola cosa. No se trata de que otras gentes actúen como tú, si ellos no lo hacen igual, debes aceptarlo y no quedarte con la interrogante: ¿Porqué los demás no actúan en la misma forma? por el contrario acostumbrarte a una vida de servicio que es un proceso que puedes realizar toda la vida.
Estoy convencido de que hay formas sencillas de ayudar a otros, mediante la práctica de actos pequeños que puedan ayudar a otros en forma inadvertida como es el caso de apoyar a un familiar en un nuevo empeño, o bien escuchando con todo cuidado a otra persona. Sé que me queda un largo camino por recorrer hasta llegar a la meta propuesta de convertirme en una persona altruista, pero también sé que desde que procuro integrar el poder servir a los demás, me siento más a gusto de la forma que he elegido vivir.
 
Todos esos actos tienen que producirse con nuestra actitud, no es alguna cosa que se puede dejar pendiente para después, es un proceso de dar y recibir en diferentes formas de energía, ya que dar y recibir es una función natural que se interrumpe con la tacañería y la acumulación que en su afán de retener, no nos permite ser bondadosos. El proceso funciona de la misma forma a nivel sentimental,  tú envías amor y  cordialidad a una persona y se te devuelve en forma multiplicada.
 
Debes tomar en cuenta que la generosidad es una función del corazón y en nada tienen que ver los valores que manejes en tu cartera, puedes dar de ti mismo, compartir lo poco que tienes con aquellos que están más necesitados, un corazón generoso no impone limitaciones a su capacidad para poder compartir lo que tiene con los demás y lo importante es que no lo hace por lograr un reconocimiento.
 
Considera lo que puedes hacer cada día por otras personas o cosas; incluida la tierra, el agua o el medio ambiente y esos actos en beneficio del entorno, puedes considerarlos como formas de practicar la generosidad. Toma en cuenta que si aprendes a darte a los demás con generosidad, llegarás a sentir una paz interior que nunca antes habrías creído obtener, y todos salen ganando, en especial tú.
 

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