“MAÑANA ES LA ÚNICA
UTOPÍA”
Frecuentemente me
preguntan qué cuántos años tengo…
¡Qué importa eso!
Tengo la edad que
quiero y siento.
La edad en que puedo
gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo,
sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo la experiencia
de los años vividos
y la fuerza de la
convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos
años tengo!
No quiero pensar en
ello.
Unos dicen que ya soy
viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad
que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi
corazón siente y mi cerebro dicte.
José Saramago.
Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo…
¡Qué importa eso!
En
realidad no importa nada, pero si en algo sirve son ochenta y uno, soy
afortunado y con muchos deseos de seguir activo, vengo de antepasados longevos
que me dieron fortaleza para vivir; y, además doy gracias a la ciencia médica y
a la higiene, que han sido el factor para aumentar el promedio de vida en el
último medio siglo. Siento que los ancianos ya no representan una rareza
encontrarlos, sino que por el gran número de ellos, algunos son considerados
como un problema social, y otros se encuentran viajando en lugares turísticos;
o bien escribiendo sus experiencias de vida y relatando largas historias.
Tengo la edad que quiero y siento.
La edad en que puedo gritar sin miedo lo
que pienso.
Mucho
se habla de la edad de las personas, algunas de ellas la toman muy en serio,
otras ni caso hacen, tal vez porque la vida pasa muy rápido y no se fijan las
fechas y menos cuando cumplen años, lo cierto es que nuestras edades no
transcurren año con año a la par del calendario, la edad real de cada uno de
nosotros, se mantiene inalterable y así transcurre durante largos períodos. La
edad que más cuenta es la biológica, que es aquella que sentimos y varía mucho
entre los ancianos: por desgaste físico, por enfermedades, por estrés o
simplemente porque se les pega la gana; y así tenemos jóvenes que se sienten
viejos con pocas ganas de vivir y por el contrario, ancianos con mucho ánimo y
energía para seguir viviendo.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo
desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
Duermo
lo suficiente para recuperar energías y hago ejercicio a diario como en viejos
tiempos, aunque con menor esfuerzo pero con mayor entusiasmo. Aprovecho todo el tiempo que
tengo, siempre lo hago así, con la oportunidad de seguir leyendo y escribir lo
que siento, resaltando vivencias pasadas que mucho me han servido para
proporcionar ayuda a otras personas; con mayor interés a los jóvenes,
insistiéndoles en que deben prepararse en mejor forma, tanto física como
mentalmente en estos tiempos de competencia que se desarrolla en un mundo
globalizado.
¡Qué importa cuántos años tengo!
No quiero pensar en ello.
Conforme
pasa el tiempo, me siento satisfecho de lo realizado en mi juventud y de los
logros obtenidos. He recorrido muchos espacios que me han rendido varios éxitos
y experiencias académicas y profesionales, dejando a un lado la edad, tomando
en cuenta que ahora soy más tolerante y he aprendido a escuchar que para mí es
muy importante. Sobre todo ahora que manejo con mayor frecuencia el afecto hacia
las personas y sobre todo me emociona profundamente el cariño que recibo y lo
considero como una de las mayores recompensas.
Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el
apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente
dice,sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Lo
mejor es sentirse satisfecho con la vida y actuar con mucha tranquilidad, son
los pequeños momentos que hacen la felicidad. En ocasiones pretendemos ser
modestos, nos negamos a reconocer que alguna vez estamos equivocados o que
somos incapaces de hacer algo, siendo que hemos realizado una vida completa en
la que cada uno es responsable de sus actos y de sus buenas obras.
Hace
varios años, acerté en mi elección y he conseguido un matrimonio feliz que ha
durado cincuenta y un años y esa es una más de las decisiones que he tomado con
éxito en mi vida. Los actos de lo realizado, son los placeres más apreciados en
la vida y eso se considera en la mayoría de edad, cuando tenemos oportunidad de
ver las filas de nuestra generación de
amigos cuando se empieza a reducir con las ausencias de los que ya no están
presentes y solamente quedan los recuerdos que fueron vivencias y remembranzas
que nos enseñan a valorar el pasado.
Lo
único que permanece latente y a nuestro lado, es la familia formada por la
esposa, los hijos y sus descendientes, a los que debemos muchas alegrías de nuestra vida y los beneficios
alcanzados sobre todo cuando estamos pasando por cambios que tienen que ver con
el envejecimiento y en forma inusual, tenemos el privilegio de creer en todo, es cuando el amor resulta más misterioso,
tierno y duradero.
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