martes, 8 de enero de 2013

CON SALUD Y FELICIDAD.-2013.


“MAÑANA ES LA ÚNICA UTOPÍA”

Frecuentemente me preguntan qué cuántos años tengo…

¡Qué importa eso!

Tengo la edad que quiero y siento.

La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.

Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.

Tengo la experiencia de los años vividos

y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo!

No quiero pensar en ello.

Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.

Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,

sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

José Saramago.

 

 
Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo…
¡Qué importa eso!
En realidad no importa nada, pero si en algo sirve son ochenta y uno, soy afortunado y con muchos deseos de seguir activo, vengo de antepasados longevos que me dieron fortaleza para vivir; y, además doy gracias a la ciencia médica y a la higiene, que han sido el factor para aumentar el promedio de vida en el último medio siglo. Siento que los ancianos ya no representan una rareza encontrarlos, sino que por el gran número de ellos, algunos son considerados como un problema social, y otros se encuentran viajando en lugares turísticos; o bien escribiendo sus experiencias de vida  y relatando largas historias.

Tengo la edad que quiero y siento.
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.  
Mucho se habla de la edad de las personas, algunas de ellas la toman muy en serio, otras ni caso hacen, tal vez porque la vida pasa muy rápido y no se fijan las fechas y menos cuando cumplen años, lo cierto es que nuestras edades no transcurren año con año a la par del calendario, la edad real de cada uno de nosotros, se mantiene inalterable y así transcurre durante largos períodos. La edad que más cuenta es la biológica, que es aquella que sentimos y varía mucho entre los ancianos: por desgaste físico, por enfermedades, por estrés o simplemente porque se les pega la gana; y así tenemos jóvenes que se sienten viejos con pocas ganas de vivir y por el contrario, ancianos con mucho ánimo y energía para seguir viviendo.

Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.  
Duermo lo suficiente para recuperar energías y hago ejercicio a diario como en viejos tiempos, aunque con menor esfuerzo pero con mayor  entusiasmo. Aprovecho todo el tiempo que tengo, siempre lo hago así, con la oportunidad de seguir leyendo y escribir lo que siento, resaltando vivencias pasadas que mucho me han servido para proporcionar ayuda a otras personas; con mayor interés a los jóvenes, insistiéndoles en que deben prepararse en mejor forma, tanto física como mentalmente en estos tiempos de competencia que se desarrolla en un mundo globalizado.

¡Qué importa cuántos años tengo!
No quiero pensar en ello.
Conforme pasa el tiempo, me siento satisfecho de lo realizado en mi juventud y de los logros obtenidos. He recorrido muchos espacios que me han rendido varios éxitos y experiencias académicas y profesionales, dejando a un lado la edad, tomando en cuenta que ahora soy más tolerante y he aprendido a escuchar que para mí es muy importante. Sobre todo ahora que manejo con mayor frecuencia el afecto hacia las personas y sobre todo me emociona profundamente el cariño que recibo y lo considero como una de las mayores recompensas.

Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.   
Lo mejor es sentirse satisfecho con la vida y actuar con mucha tranquilidad, son los pequeños momentos que hacen la felicidad. En ocasiones pretendemos ser modestos, nos negamos a reconocer que alguna vez estamos equivocados o que somos incapaces de hacer algo, siendo que hemos realizado una vida completa en la que cada uno es responsable de sus actos y de sus buenas obras.
Hace varios años, acerté en mi elección y he conseguido un matrimonio feliz que ha durado cincuenta y un años y esa es una más de las decisiones que he tomado con éxito en mi vida. Los actos de lo realizado, son los placeres más apreciados en la vida y eso se considera en la mayoría de edad, cuando tenemos oportunidad de  ver las filas de nuestra generación de amigos cuando se empieza a reducir con las ausencias de los que ya no están presentes y solamente quedan los recuerdos que fueron vivencias y remembranzas que nos enseñan a valorar el pasado.
Lo único que permanece latente y a nuestro lado, es la familia formada por la esposa, los hijos y sus descendientes, a los que debemos muchas  alegrías de nuestra vida y los beneficios alcanzados sobre todo cuando estamos pasando por cambios que tienen que ver con el envejecimiento y en forma inusual, tenemos el privilegio de creer en todo,  es cuando el amor resulta más misterioso, tierno y duradero.

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