lunes, 2 de mayo de 2016

EL JARDÍN DE LOS ABUELOS:

El Jardín de los Abuelos.
En días pasados mi hijo Daniel nos tomó una fotografía a su mamá y a mí en la parte central del jardín de nuestra casa y me gustó el nombre que le asignó a la foto como “El Jardín de los Abuelos”. En la foto aparecen dos flores cuya planta dispone de un historial que recuerdo con mucho cariño, ya que fue una planta parásita que trajeron mis padres de su natal Veracruz y fue mi Madre la que sembró esa planta por el año 1990 en medio de un árbol de Jacaranda que primero adornó la parte trasera del jardín y después ha  floreado por muchos años precisamente sobre el mismo árbol y en la forma como se aprecia en la fotografía.

Ese nombre de la fotografía me recordó mucho un libro que leí hace varios años de la escritora Frances Hodgson Burnett, autora del betseller El Pequeño Lord una celebridad internacional en los años 1898 que deprimida por el escándalo público de su divorcio, buscó un tranquilo refugio donde meditar y reorganizar su vida.

Cuando terminó su compromiso para escribir tres libros y una obra teatral y expiró su contrato de alquiler y se vio obligada a abandonar su residencia en Londres y regresar a América en 1907 a su casa de Long Island, N. Y., comenzó a escribir su libro que le dio más renombre del conseguido en Inglaterra, “El Jardín Secreto” que fue un verdadero éxito de librería y fue publicado en l911.

“El Jardín Secreto” es la historia del encuentro de dos niños que hallan consuelo en la madre naturaleza. A medida de que cuidan el jardín abandonado, oculto entre muros de piedra, la restauración del mismo se convierte en una hermosa metáfora sobre la redención de los niños que permanecen por mucho tiempo reuniéndose en ese hermoso lugar.

Hacia el final de sus vida, Frances Hodgson Burnett recordaba que su jardín en Maytham Hall había restaurado el sentido de su propia identidad. Los recuerdos de su jardín sobre una alfombrilla de caucho y junto a un banco de flores rodeado de hierba permanecieron en sus recuerdos, así como las rosas que florecieron en todo su esplendor.

Lo cierto es que cuando tengo oportunidad de dedicar algún momento a la conservación de nuestro jardín, se convierte en un inesperado instrumento de gracia y he descubierto la concentración de paz interior mientras permanezco regando las plantas o quitando el escombro de hierbajos, ocurre que me despreocupo de todo aquello que no puedo controlar. Es una tarea que me absorbe por completo mientras realizo mi jornada, me produce una exquisita satisfacción, ya que mi mente se sosiega y me produce una exquisita satisfacción de servicio.

De ser posible, no olvides dar preferencia y cultivar tu jardín secreto interior, porque las semillas que florecerán serán una expresión exterior y dichas semillas se encuentran diseminadas dentro de ti. Procura siempre eliminar todas tus desilusiones, frustraciones, las ambiciones que no se han realizado y eliminar el enojo sobre lo pasado que no fue conseguido.

Deja que tu imaginación, libre de trabas, siempre siembre las semillas de tierra fértil en tu ánimo. Deja que tu interés cultive tu jardín con paciencia y perseverancia, porque como lo consideró Frances Hodgson Burnett….

“Cuando posees un jardín, tienes un futuro y cuando tienes un futuro, estás viva”.

NOTA: *Con sincero reconocimiento a mis amigos de Facebook que amablemente han seguido mi blog.”



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