jueves, 3 de septiembre de 2015

ENVEJECER CON GRACIA.

Gozar la vida Felices.
Si no mal recuerdo “envejecer con gracia” se llamó una obra de teatro que por cierto se trató de dos ancianas, una de ellas se llamaba Gracia y en eso se desarrolló dicha obra sobre su vida de ellas que vivían juntas. Aplicándolo a la vida real, muchísimos de nosotros tenemos miedo de hacernos viejos y vernos como tales, nos aterra hablar del envejecimiento y si razonamos un poco sobre esa edad, solamente se refiere a una etapa de la vida que es completamente natural y normal.

Pensemos un poco si alguna persona no recurre a aceptar la vejez. ¿Cuál es la alternativa que le queda? ¿Oponerse a la vejez? No es posible. Debemos rendirle “culto a la juventud” y corresponde a nuestra juventud cuidarnos y lucir nuestra presencia tanto física como cultural, es decir querernos a nosotros mismos en ciertas edades, pero ¿Por qué no aceptarnos conforme vamos envejeciendo? Es una oportunidad ir transitando por todas las edades de la vida.

Muchos de nosotros abrigamos una gran ansiedad y temor en la medida en que sentimos que estamos envejeciendo. Es razonable que no queremos aceptar la vejez y nos negamos a resentir algunos síntomas naturales que adquirimos con los años como es el caso de: encanecer, aceptar las arrugas, tener la piel fláccida y otras señales que son signos de los años van pasando.

Por otro lado debemos considerar que al ir pasando todas las edades, hemos tenido oportunidad de ir aprendiendo muchas formas de vida, nos hemos ido preparando en nuestros usos y costumbres, hemos adquirido los principios que aprendimos en la casa paterna, son elementos que nos servirán para desempeñarnos en la vida, hemos aprendido a convivir con nuestros semejantes y todo ello nos ha dado una experiencia de vida que formará nuestra fortaleza mental para buscar siempre la forma más agradable de vida que nos permitirá encontrar la felicidad.

Recuerdo en mi juventud, siempre rendíamos respeto y buen trato a los ancianos, en mi caso siempre trataba de platicar con ellos informándome como había sido su vida y siempre obtenía opiniones positivas de los relatos y vivencias que habían tenido en su juventud y en muchas ocasiones me daban consejos derivados de sus experiencias, quedando a mi criterio sus vivencias. Tuve oportunidad de conocer varios pasajes de su época porfiriana, de la cual se sentían muy orgullosos de darse cuenta de la tranquilidad y seguridad de vida que tuvieron.

Ahora han pasado los años y reconozco que he vivido plenamente todas las edades que he tenido y acepto el punto de envejecimiento cuando llegue, por lo que manejo el reloj biológico que existe en mi mente, me indica que estoy en el momento de continuar activo haciendo caso omiso de la “edad de calendario” y sigo con la tendencia de continuar lo que me establecí hace muchos años que conservo actualmente, y que rige mis cambios biológicos de envejecimiento. Dicha tendencia decide cuál es mi edad media de vida y cuál es la vejez que debo aceptar siempre con calidad de vida.


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