De
acuerdo con las estadísticas que conocí hace varios años, se decía que de las
24 horas del día, se dedicaban ocho horas para dormir, ocho horas para una
jornada de trabajo y ocho horas para dedicarlas al sueño porque el cuerpo necesitaba
recuperar energías y tal vez así ocurría por la tranquilidad en que transcurría
la vida en esa época. Esto se debía a que la población era mucho menor que
ahora, había menos fábricas, automóviles, los aviones transitaban menos, las
ciudades disponían de menos ruidos, servicios de luz, las distancias fueron
menores y aun los teléfonos fijos disponían
de mucho menos uso. Con estos antecedentes la gente podía dormir más tranquila
porque había más unión en sus familias y los trabajos eran más uniformes en sus
horarios diurnos y nocturnos.
Las
costumbres han cambiado en la actualidad y mucho; ya que en principio la gente
duerme menos tiempo que antaño por múltiples razones, trabajo, diversión,
compromisos, viajes y tantas otras actividades que ocupan el tiempo que antes
se dedicaba a atender el sueño. Según las estadísticas de autoridades médicas,
el 48% de la población en nuestro país padece de insomnio principalmente en
mujeres y personas de edad avanzada, pero muy pocos acuden al especialista para
ser tratados médicamente del insomnio.
Se considera que dormir bien es muy necesario
hacerlo, sobre todo para recuperar la fatiga física y la tensión nerviosa acumuladas
durante el día. Se trataba de solucionar la falta de sueño con remedios caseros
como es el uso del vaso de leche tibia antes de dormir, las infusiones de
valeriana, tila estrella, toronjil, pasiflora, lavanda, amapola y otras tantas
recomendaciones de plantas más utilizadas para conciliar el sueño.
No
hay nada más desesperante que se utilicen todos los remedios, se consulte a
especialistas y el sueño no llega, y permanecemos con los ojos abiertos en
plena noche, dando vueltas en la cama sin poder dejar fuera de la mente, los
problemas que nos aquejan y las preocupaciones que pueden quedar pendientes de
un día intenso y que por la noche se agigantan
y llega la mañana y nos encontramos somnolientos, irritables y sin
concentración y con la idea de que existen muchas posibilidades de que por la
noche ocurra nuevamente el patrón de la noche anterior.
Cuando
se plantea una situación de esta naturaleza al médico de cabecera y ante el
problema de la falta de sueño, éste acaba recetando algún tipo de medicamento, ciertamente
la falta de horas de sueño es una situación grave que no puede permanecer mucho
tiempo, por representar un riesgo grave para la salud. El problema se agrava
mucho más, cuando en forma continuada el consumo de somníferos tranquilizantes
y ansiolíticos se convierten en rutina para dormir con esa ayuda.
Debe
tomarse en cuenta que actualmente se han hecho estudios científicos que han
alertado el peligro existente por el consumo prolongado por más de tres meses
de ciertos medicamentos con ciertos somníferos o ansiolíticos a base de
venzodiazepinas, de aumentar el riesgo de estar propensos a padecer la
enfermedad de alzhéimer, lo que representa un problema demasiado grave para el
enfermo y para sus familiares o personas que lo deben atender.
Por
esa razón deben tomarse las medidas adecuadas para evitar tratamientos muy
prolongados a base de esa clase de medicamentos o algunos otros que pueden ser
perjudiciales para la salud y que se pueden evitar en forma oportuna, con el
fin de evitar otro tipo de enfermedades mayores.
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