jueves, 12 de marzo de 2015

CHARLA CON EL NIETO.

Recuerdo que alguna vez en amena charla con mi nieto y cuando yo cumplí 75 años de edad, me preguntó en una fecha que cumplí años lo siguiente: “Cuántos años tienes abuelo” me quedé pensando por algún momento y se me ocurrió antes de decirle mi edad, comentarle algunas cosas que vinieron a mi memoria.

Tuve la oportunidad de nacer en la mejor época porque me tocó conocer el inicio y el avance de la ciencia y la civilización que correspondió a la segunda mitad del siglo pasado, que se tuvieron los avances científicos y tecnológicos que no habían sido descubiertos en todos los años anteriores.

Nací antes de que se descubriera el radar, los submarinos, el avión en todos sus modelos, los barcos trasatlánticos de pasajeros que fueron grandes avances y ayudaron al hombre en la navegación y en los vuelos trasatlánticos, no había hornos de microondas, ni máquina lavavajillas, la licuadora, la lavadora de ropa, la secadora tampoco se conocías; y en aquellos tiempos no había tarjetas de crédito, pocos cheques y el dinero circulaba normalmente.

Cuando  nos casamos tu abuela y yo, formamos una familia que era la forma más común de tener hijos formados por un papá y una mamá. El matrimonio era considerado para permanecer toda la vida en pareja ya que no había divorcios ni tampoco hijos fuera de él.

Ahora hay muchas cosas que hasta a los niños pequeños les pueden parecer normales, pero en aquellos años no se conocía la computadora y menos su lenguaje que le es propio y que se necesita conocer y aplicar su manejo, por ejemplo los “virus” se referían a las viruelas, más no desaparecían archivos, “chip” significaba un pedazo de madera, “hardware” se llamaba a la ferretería y el “software” no se conocía.

En el lenguaje común, había mucho respeto al género humano, a los hombres les llamábamos “señor” y a las mujeres “señora” o “señorita” a nuestra generación nos educaron con base en los 10 mandamientos, el buen juicio y el sentido común; nos enseñaron a diferenciar entre el bien y el mal y a ser responsables de nuestros actos.

Hablando de máquinas, no existían los cajeros automáticos, las cajas traga monedas, las máquinas expendedoras de helados, procesadoras de café en sus diferentes preparaciones; la “comida rápida” solo se referían a ella cuando la gente estaba apurada y no había “islas” en los centros comerciales de comida rápida “fast food”, ni pizza hut, hamburgueserías de “Mc Donalds”, ni tampoco había café en polvo ni se conocían los endulzantes artificiales.

La gente que disponía de automóvil solamente tenía uno para toda la familia y la gasolina costaba treinta centavos el litro. El hombre nunca había llegado a la luna; no había trasplantes de corazón ni tampoco se remendaban corazones solamente calcetines y tampoco se destapaban arterias como ocurría con los caños.

Cuando le expliqué a mi nieto estos acontecimientos se me ocurrió preguntarle: ¿Cuántos años crees que tengo” pensó la respuesta con detenimiento y me dio la respuesta: “Yo creo tienes más de cien abuelo”


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