martes, 21 de octubre de 2014

EL FANTASMA ATEMORIZANTE.

¿Quién le teme al “fantasma atemorizante”?. Considero que todos le tenemos miedo si es que en algún momento presentimos que anda rondando nuestra puerta y podemos estar inquietos de que en algún momento se pueda meter en casa. Y al mencionar este comentario me estoy refiriendo que en algún momento inesperado, podemos recibir alguna noticia que nos hace temblar por su contenido y nos produce una inquietud que nos ocasiona preocupación.

Recuerdo un caso que leí hace algún tiempo donde muchos inversionistas americanos millonarios invirtieron en una prestigiada firma inglesa, concretamente Lloyd de Londres y que de la noche a la mañana se declaró en quiebra; y los financieros perdieron todos sus bienes cuando inesperadamente les exigieron sus pagarés para liquidar los compromisos de la compañía que se encontraba en quiebra. Uno de los inversionistas y ex millonario declaró que se había quedado solamente “con la ropa puesta”.

De inmediato los capitalistas americanos buscaron ayuda en los tribunales y varias familias del país vecino, quienes nunca debieron preocuparse por la falta de dinero antes de la inversión, poco después perdieron el aliento al darse cuenta de la pérdida de su patrimonio. Y así existen varios testimonios de gente que de la noche a la mañana se queda descapitalizada como resultado de una mala operación financiera.

Muchas veces la pérdida de un empleo que pone en peligro el pago de una hipoteca, un negocio familiar que fracasa, un seguro médico impagable que obliga a negociar una casa, un divorcio que descapitaliza a una de las dos partes y tantas otras cosas que pueden ocurrir a cualquier persona en momentos inesperados y cuando el “fantasma atemorizante” logra traspasar la puerta puede originar demasiados problemas que nos deja pasmados de preocupación ante cuestiones imprevisibles.

Tener dinero en el banco no es obligatoriamente una garantía protectora contra dicho fantasma, ya que la pobreza siempre se experimenta en el alma antes que resentirla en la cartera. Conozco el caso de varias personas que con escasez de dinero en ocasiones, se administran y saben vivir muy bien, disponen de habilidad suficiente para mantener a raya al “fantasma atemorizante”, la verdad es que no siempre han estado bien pagados, y continuamente han tenido que adaptarse a un precario modo de vida, pero que han sabido gozar de la vida y pasarla muy bien, nunca se han limitado a la mera existencia.

Para aquellos que quieran seguir sus pasos, ellos han sabido arrancar las malas hierbas de los deseos, dejando solamente las aspiraciones sagradas, eliminando aquellas tentaciones temporales, a fin de encontrar un sistema de vida agradable y adaptándose a las circunstancias, viviendo en un mundo donde cada vez surgen algunas veces sorpresas desagradables y esto se consigue solamente evadiendo la presencia del mencionado fantasma, no cediendo a sus temores para impedir que en algún momento pueda traspasar la puerta y logre entrar a casa.

Debemos tomar en cuenta que la vida no priva de nada y que siempre disponemos de abundancia. Todavía se puede vivir con gracia y sabiduría si logras confiar en tu sentido innato de vivir con los recursos que tienes concentrándote en lo bueno de tus disponibilidades y sin privarte de nada que sea de tu agrado. Como en todas las trayectorias, lo importante es saber guardar el equilibrio entre las disponibilidades y los gastos frecuentes que pueden resultar superfluos y ser los culpables de la falta de recursos.



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