¿Quién
le teme al “fantasma atemorizante”?. Considero
que todos le tenemos miedo si es que en algún momento presentimos que anda
rondando nuestra puerta y podemos estar inquietos de que en algún momento se
pueda meter en casa. Y al mencionar este comentario me estoy refiriendo que en
algún momento inesperado, podemos recibir alguna noticia que nos hace temblar
por su contenido y nos produce una inquietud que nos ocasiona preocupación.
Recuerdo
un caso que leí hace algún tiempo donde muchos inversionistas americanos
millonarios invirtieron en una prestigiada firma inglesa, concretamente Lloyd
de Londres y que de la noche a la mañana se declaró en quiebra; y los
financieros perdieron todos sus bienes cuando inesperadamente les exigieron sus
pagarés para liquidar los compromisos de la compañía que se encontraba en
quiebra. Uno de los inversionistas y ex millonario declaró que se había quedado
solamente “con la ropa puesta”.
De
inmediato los capitalistas americanos buscaron ayuda en los tribunales y varias
familias del país vecino, quienes nunca debieron preocuparse por la falta de
dinero antes de la inversión, poco después perdieron el aliento al darse cuenta
de la pérdida de su patrimonio. Y así existen varios testimonios de gente que de
la noche a la mañana se queda descapitalizada como resultado de una mala operación
financiera.
Muchas
veces la pérdida de un empleo que pone en peligro el pago de una hipoteca, un
negocio familiar que fracasa, un seguro médico impagable que obliga a negociar
una casa, un divorcio que descapitaliza a una de las dos partes y tantas otras
cosas que pueden ocurrir a cualquier persona en momentos inesperados y cuando
el “fantasma atemorizante” logra
traspasar la puerta puede originar demasiados problemas que nos deja pasmados
de preocupación ante cuestiones imprevisibles.
Tener
dinero en el banco no es obligatoriamente una garantía protectora contra dicho fantasma, ya que la pobreza siempre se
experimenta en el alma antes que resentirla en la cartera. Conozco el caso de varias
personas que con escasez de dinero en ocasiones, se administran y saben vivir
muy bien, disponen de habilidad suficiente para mantener a raya al “fantasma atemorizante”, la verdad es
que no siempre han estado bien pagados, y continuamente han tenido que
adaptarse a un precario modo de vida, pero que han sabido gozar de la vida y
pasarla muy bien, nunca se han limitado a la mera existencia.
Para
aquellos que quieran seguir sus pasos, ellos han sabido arrancar las malas
hierbas de los deseos, dejando solamente las aspiraciones sagradas, eliminando
aquellas tentaciones temporales, a fin de encontrar un sistema de vida
agradable y adaptándose a las circunstancias, viviendo en un mundo donde cada
vez surgen algunas veces sorpresas desagradables y esto se consigue solamente
evadiendo la presencia del mencionado fantasma,
no cediendo a sus temores para impedir que en algún momento pueda traspasar
la puerta y logre entrar a casa.
Debemos
tomar en cuenta que la vida no priva de nada y que siempre disponemos de
abundancia. Todavía se puede vivir con gracia y sabiduría si logras confiar en
tu sentido innato de vivir con los recursos que tienes concentrándote en lo
bueno de tus disponibilidades y sin privarte de nada que sea de tu agrado. Como
en todas las trayectorias, lo importante es saber guardar el equilibrio entre
las disponibilidades y los gastos frecuentes que pueden resultar superfluos y
ser los culpables de la falta de recursos.
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