jueves, 10 de abril de 2014

EL PLACER DE LA LECTURA.

                                 “Un buen libro es como un buen vino, debemos saborearlo y disfrutarlo”.
Anónimo.
Para aquellas ocasiones en que nos encontramos abrumados de preocupaciones y en ocasiones cuando se nos presentan problemas irresolubles en la forma prevista, no hay como llegar a la tranquilidad del hogar y en vez de pensar en aquellos problemas que nos persiguen, lo mejor será tomar algún libro de aventura, descansar cómodamente en el sillón favorito y hasta mullido por nuestro uso, y con una lectura concentrada y muy lenta, darnos una terapia especial.

Hago este comentario porque en días pasados tenía varios pendientes que atender y lo que hice entonces fue seleccionar un libro, acomodarme en mi sillón de lectura y pensando un poco en un descanso mental, dediqué mi tiempo a la lectura con mucha tranquilidad. Dediqué un buen rato a leer “La piel del tambor” de Pérez Reverte disfrutando cada párrafo y deteniéndome en cada expresión, en cada párrafo y en alguna palabra reconstruyendo mentalmente cada escena mental de algún hecho relevante. Estaba  inmerso en la iglesia barroca de Sevilla y vivía con el autor; cuando me di cuenta de la hora cerré el libro y me sentí muy tranquilo, renovado y sereno.

Al día siguiente parecía recordar aun, aquél verbo de la fe; “Vosotros estaréis tristes pero Yo os digo que vuestra tristeza se convertirá en gozo. Y yo volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón. Y nadie podrá quitaros ya este gozo…” La terapia me hizo bien, ya que aprecié mis pendientes con otra óptica y llegué a la conclusión de que todos mis pendientes se arreglarían satisfactoriamente y en consecuencia me tracé algunos planes positivos acerca de los planes que ya tenía en mente.

Una vez más la lectura super lenta me había dado no solo placer, sino también me tranquilizó, haciéndome ver los problemas de la vida diaria en forma diferente, gozando mejor un libro que ya había leído antes pero tal vez en forma apresurada, sin darme cuenta de los contenidos que encierran fragmentos de sabiduría en una novela ingeniosa, compleja y de fascinante trama, entendiendo mejor al autor con su espectacular dominio de la ingeniería narrativa y de los diversos géneros superpuestos, con contenido: de misterio, policíaco, historia, romanticismo y aventura.

Yo reto a cualquier lector, a que mediante la lectura veloz contenida en cursos rápidos, entresaque de un buen libro, un pasaje tan importante como el que he transcrito. Sería como tocar un disco de una obra de Mozart a una velocidad distinta de la que le corresponde.

Cualquier lector a una velocidad de leída normal, puede dar cuenta de El último Catón en poco tiempo. Pero omitirá leer el libro en compañía del autor, como en otra ocasión lo hice yo con toda calma, durante todo el tiempo como lo hice en el tiempo que tardé en leer sus 632 páginas disfrutando los códices del archivo secreto bajo el suelo del Vaticano, donde la hermana Ottavia Salina,  paleógrafa de prestigio internacional recibe el encargo de descifrar los extraños tatuajes aparecidos en el cadáver de un etíope, donde todas las sospechas están encaminadas a que esos pedazos pertenecen a la verdadera cruz de Cristo.

Como dice Lin Yutang: “Hay dos tipos de lectura: la que se hace por la presión de los negocios y la que constituye un  lujo. Esta última tiene algo de placer secreto. Es como pasear por un bosque en vez de ir al mercado. Uno vuelve a casa no con paquetes de tomates en conserva, sino con la faz luminosa y los pulmones henchidos de aire puro”.


Cuando tengo que vérmelas con un problema arduo y necesito despejarme la mente, me tranquilizo primero y después me siento en mi sillón preferido en casa, leyendo despacio y tengo la impresión de al hacerlo, haberme trasladado a un mundo diferente cuando estoy deleitándome de los distintos lugares con la narrativa de la novela, eso es lo que se persigue con la lectura super lenta. Inténtalo, te dará resultado.

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