jueves, 13 de marzo de 2014

LA ALEGRÍA DE VIVIR.

En años recientes se han alcanzado grandes avances científicos y tecnológicos  derivados de las investigaciones hechas en  laboratorios y centros de investigación sobre avances de ciencia, pero se ha descuidado un poco la participación del hombre en la vida social debido a muchos factores que por el crecimiento de la población van quedando obsoletos y no existen nuevos parámetros para combatir peligros internos y externos, por lo que nuestro  país debe vigorizarse grandemente. Debemos reconocer con toda vehemencia que nos sea posible, que la transformación del propio carácter es no solo la preocupación más importante y provechosa del hombre sino también la contribución más necesaria que puede hacer a la sociedad en general.

El medio que el hombre debe emplear en la reconstrucción de sí mismo es la disciplina. La disciplina es capaz de extraer de nuestras células más profundas, cantidades no antes vista de energía, siendo indispensable para el funcionamiento armonioso del hombre. La aplicación de la disciplina debe hacerse cuando desempeñamos diversas tareas activas y logramos vencer poco a poco los altos índices de pereza, generamos una indiscutible fuerza de poder, que nos permite ir alcanzando en forma constante, la disciplina que nos obliga a sujetarnos a ella en actividades tanto grandes como pequeñas y por espacio de algunos años, nos obliga a rehacer casi por completo nuestra conducta.

Puede lograr imponernos a nosotros mismos una cuota y un grado sobresaliente de actividad en todo lo que hacemos, observando disposiciones flexibles de tolerancia y consideración,  en nuestro trato continuo con la demás personas, eliminando nuestra inclinación a la pereza, así como los excesos de comer y beber, disponiendo de una mejor fuerza de voluntad y mejorando el carácter de la persona.

La disciplina por sí sola será suficiente para iniciar un sentido de cooperación en las actividades de grupo, así como una participación múltiple de mejora, para lograr de disponer de una vida cómoda, tendiente a combatir la pereza que nunca dejará nada provechoso. Es posible que ésta decisión sea la mejor actitud que nos permita mejorar nuestra condición física con tiempo suficiente para inscribirnos en algún gimnasio, formar parte de algún equipo de futbol, tenis, practicar la carrera o trote o por lo menos practicar la caminata solo o en grupo, que servirá de mucha utilidad y en beneficio propio.

La vida surge como espuma para quienes tratan de romper la roca de la inercia y es posible que veamos a nuestro alrededor a mucha gente que prefiere la holganza o diversiones frívolas a los retos que reclaman esfuerzos de disciplina. Estas gentes, prefieren la rutina simple y viven en su zona de comodidad para llevar una vida descansada, perteneciendo a ese grueso número de gente mediocre y conformista.

Hoy en día la gente joven se apoltrona con los famosos “ninis” (aquellos que ni estudian ni trabajan) en grupos de diversión en busca de enervantes o pasatiempos. Este derroche de vida en los años de formación, no es causa de preocupación de los padres a preocuparse por protestar por esa conducta. En tanto los problemas sociales actúan como alimento en contra de una nueva generación que se está formando para actuar en un futuro cercano dentro del mercado laboral.

La constancia y la persistencia es una virtud para lograr vencerse a uno mismo, aunque ésta no es una tarea fácil, pero una vez lograda proporciona al que la llevó a cabo, la verdadera alegría de vivir”. Requiere entrega y esfuerzo la excelencia de este sentimiento ya que de ninguna manera le distraen los placeres fáciles y vanos y le redoblan el esfuerzo para conseguir sus objetivos en los plazos fijados y todo ello puede ser posible para aquella persona responsable y disciplinada.



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