jueves, 12 de diciembre de 2013

TE GUSTA EL TRABAJO QUE REALIZAS

Es muy posible que continúes haciendo lo que iniciaste hace muchos años en un empleo que conseguiste por ocasión y después continuaste escalando en él hasta la fecha, pero tú mismo sientes que te ha quedado pequeño y consideras que no estás realizando lo que verdaderamente te agrada hacer, al menos tus movimientos cotidianos responden a tu zona de comodidad, solo porque tus rutinas te resultan cómodas y te dan seguridad en este mundo de incertidumbre, no importando la clase de trabajo que estés desempeñando, ya sea en calidad de: empresario, obrero, trabajador o profesionista.

Hace algún tiempo, conocí el caso de diverso personal que laboraba en una empresa con una antigüedad muy reconocida; pero con frecuencia escuchaba sus quejas que más bien eran lamentos de disgusto por disponer de mucha experiencia en su ocupación laboral, pero que a ellos ya no les agradaba desempeñar y lo debían continuar haciendo. Me daba la impresión que en sus primeros años en la empresa, empezaron a subir una escalera que les llevó mucho tiempo ascender y cuando llegaban a la cúspide se daban cuenta que habían subido la por la escalerilla equivocada.

No saber cuál es tu vocación o por lo menos saber qué logro quieres conseguir, es desconcertante. Quieres avanzar pero te das cuenta de que permaneces inmóvil, haciendo algo que te inmoviliza en tus aspiraciones y que después de mucho tiempo, del deseo que tenías de laborar apasionadamente, te dabas cuenta que habías errado tu selección, porque habías sido incapaz de aplicar la estrategia adecuada, por no haber tenido la más remota idea de lo que te entusiasmaba en el campo laboral.

En estas condiciones tuve oportunidad de conocer profesionalmente a una compañera de trabajo que esa situación avivó tremendamente su curiosidad y por lo mismo, empezó a reunirse con grupos de personas que no sabían que querían en la vida y empezó a frecuentar con ellos y se dio cuenta que había mucho descontento y desánimo en su interior, al grado que escuchó varias veces el motivo de su descontento: todos estaban inconscientemente sumidos en una lucha interior para asumir un cambio en la dirección de sus vidas y muy desorientados y por lo mismo, no sentían que sus vidas podrían estar llenas de pistas auténticas; o más bien, no sabían la forma de buscarlas para operar algún cambio, principalmente por los conceptos que tenían en mente, citaban que:

*No tengo idea de lo que debo hacer a estas alturas.
*He probado tantas cosas, que no tengo idea de lo que pueda hacer ahora.
*Dispongo de tantas cosas en la cabeza, que nunca seré capaz de decidirme por hacer una sola cosa.
*¿Cómo voy a alejarme del éxito ahora? Y mientras decido lo que haré, ¿de qué voy a vivir mientras tanto?
*Tendría que renunciar a mi trabajo actual para decidir lo que quiero hacer: y mientras me estaría muriendo de hambre.
*Tengo idea de varios proyectos a realizar, pero no decido hacerlo y eso no me explico por qué.
*No es culpa mía de no hacer lo que quiero. El mundo no me ha presentado alguna oportunidad que me convenga.
*Iniciar algo nuevo me atemoriza y mientras tanto mis gastos son fuertes.

Después de recibir tantas opiniones de su grupo, se dio cuenta que en realidad no sabían lo que querían hacer y varios de ellos ya tenían vidas hechas, pero siempre inconformes y a disgusto. Ella consideró que siempre hay una razón detrás de todo lo que hacemos, así como de las opciones que tomamos o descartamos. No podemos avanzar si no sabemos cuáles son nuestros temores, y conocer la verdad es la que nos da la libertad.

Se debe ser muy cuidadoso al tomar alguna decisión, porque si en tu caso admites la sospecha de que alguna de estas molestas, desanimadas o enojadas voces te resultan angustiosamente familiares, debes meditar ampliamente y con sabiduría tus propuestas (como en realidad lo hizo mi amiga) para descubrir el acariciado sueño que puede ser la clave que te permitirá realizar un “cambio de actividad”.


El precio que se llegue a pagar, tal vez resulte muy elevado por todas las incógnitas a resolver y las decisiones que deban seguirse, pero no se justifica en un desarrollo de vida, continuar haciendo lo que no nos ha gustado hacer, o por lo menos continuar ¿haciendo las cosas con disgusto? o: permitirse el lujo de continuar la vida, a cambio de derrochar tu propio yo, es un precio muy elevado que está en juego.

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