Es
muy posible que continúes haciendo lo que iniciaste hace muchos años en un
empleo que conseguiste por ocasión y después continuaste escalando en él hasta
la fecha, pero tú mismo sientes que te ha quedado pequeño y consideras que no
estás realizando lo que verdaderamente te agrada hacer, al menos tus
movimientos cotidianos responden a tu zona
de comodidad, solo porque tus
rutinas te resultan cómodas y te dan seguridad en este mundo de incertidumbre,
no importando la clase de trabajo que estés desempeñando, ya sea en calidad de:
empresario, obrero, trabajador o profesionista.
Hace
algún tiempo, conocí el caso de diverso personal que laboraba en una empresa
con una antigüedad muy reconocida; pero con frecuencia escuchaba sus quejas que
más bien eran lamentos de disgusto
por disponer de mucha experiencia en su ocupación laboral, pero que a ellos ya
no les agradaba desempeñar y lo debían continuar haciendo. Me daba la impresión
que en sus primeros años en la empresa, empezaron a subir una escalera que les
llevó mucho tiempo ascender y cuando llegaban a la cúspide se daban cuenta que
habían subido la por la escalerilla equivocada.
No
saber cuál es tu vocación o por lo menos saber qué logro quieres conseguir, es
desconcertante. Quieres avanzar pero te das cuenta de que permaneces inmóvil,
haciendo algo que te inmoviliza en tus aspiraciones y que después de mucho
tiempo, del deseo que tenías de laborar apasionadamente, te dabas cuenta que
habías errado tu selección, porque habías sido incapaz de aplicar la estrategia
adecuada, por no haber tenido la más remota idea de lo que te entusiasmaba en
el campo laboral.
En
estas condiciones tuve oportunidad de conocer profesionalmente a una compañera
de trabajo que esa situación avivó tremendamente su curiosidad y por lo mismo,
empezó a reunirse con grupos de personas que no sabían que querían en la vida y
empezó a frecuentar con ellos y se dio cuenta que había mucho descontento y
desánimo en su interior, al grado que escuchó varias veces el motivo de su
descontento: todos estaban inconscientemente sumidos en una lucha interior para
asumir un cambio en la dirección de sus vidas y muy desorientados y por lo
mismo, no sentían que sus vidas podrían estar llenas de pistas auténticas; o
más bien, no sabían la forma de buscarlas para operar algún cambio,
principalmente por los conceptos que tenían en mente, citaban que:
*No tengo idea de lo que debo hacer a
estas alturas.
*He probado tantas cosas, que no tengo
idea de lo que pueda hacer ahora.
*Dispongo de tantas cosas en la cabeza,
que nunca seré capaz de decidirme por hacer una sola cosa.
*¿Cómo voy a alejarme del éxito ahora? Y
mientras decido lo que haré, ¿de qué voy a vivir mientras tanto?
*Tendría que renunciar a mi trabajo
actual para decidir lo que quiero hacer: y mientras me estaría muriendo de
hambre.
*Tengo idea de varios proyectos a
realizar, pero no decido hacerlo y eso no me explico por qué.
*No es culpa mía de no hacer lo que quiero.
El mundo no me ha presentado alguna oportunidad que me convenga.
*Iniciar algo nuevo me atemoriza y
mientras tanto mis gastos son fuertes.
Después
de recibir tantas opiniones de su grupo, se dio cuenta que en realidad no
sabían lo que querían hacer y varios de ellos ya tenían vidas hechas, pero
siempre inconformes y a disgusto. Ella consideró que siempre hay una razón
detrás de todo lo que hacemos, así como de las opciones que tomamos o
descartamos. No podemos avanzar si no sabemos cuáles son nuestros temores, y conocer la verdad es la que nos da la
libertad.
Se
debe ser muy cuidadoso al tomar alguna decisión, porque si en tu caso admites
la sospecha de que alguna de estas molestas, desanimadas o enojadas voces te
resultan angustiosamente familiares, debes meditar ampliamente y con sabiduría
tus propuestas (como en realidad lo hizo
mi amiga) para descubrir el acariciado sueño que puede ser la clave que te
permitirá realizar un “cambio de
actividad”.
El
precio que se llegue a pagar, tal vez resulte muy elevado por todas las
incógnitas a resolver y las decisiones que deban seguirse, pero no se justifica
en un desarrollo de vida, continuar haciendo lo que no nos ha gustado hacer, o
por lo menos continuar ¿haciendo las cosas con disgusto? o: permitirse el lujo de continuar la vida, a
cambio de derrochar tu propio yo, es un precio muy elevado que está en juego.
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