miércoles, 5 de septiembre de 2012

DIGNIFICACIÓN DEL ANCIANO.

Dignificar al anciano.
(Como una muestra de respeto a todos los ancianos en su día, y hago mención especial de la “Casa Hogar para ancianos, Asilo Matías Romero” del que me honro en colaborar con su Patronato que lo rige).

Con frecuencia escuchamos declaraciones en diversas capas sociales  referidas al crecimiento de población, sobre el tema de que somos muchos los habitantes de la tierra y como consecuencia a la escases de implementos como: agua, alimentos y otras provisiones necesarias para la alimentación de la creciente población en el mundo. Lo cierto es que se ha desatendido el crecimiento en número de las personas de la tercera edad que no deja de aumentar, en especial en latino América donde se observa el  crecimiento del ocio que incita a los poderes públicos a ir adelantando la edad de jubilación, así como la nueva hornada de jóvenes que año con año buscan empleo, empujando a las personas mayores hacia la puerta de salida para la ocupación de esos lugares de trabajo.

Debemos recordar que con al paso del tiempo, el cuerpo envejece sin control alguno de dominio, porque ha sido programado para cumplir las reglas del condicionamiento colectivo. Si hay algo que es natural e inevitable es el proceso de envejecimiento, pero también es verdad que cuando se inicia este proceso que llamamos tercera edad o vejez, muchas vidas ya están trazadas y las jugadas ya están hechas. En parte las hemos hecho nosotros mismos, y en parte han sido las circunstancias de la vida la que ha otorgado la posibilidad de ser afortunados o  no, así como la falta de previsión para conseguir una buena posición económica y puede que sea demasiado tarde para remediarlo. Aunque muchas personas  encuentran que la situación de que disponen en este momento es casi definitiva, pero todavía pueden reconstruir otro escenario favorable.

Se dispone de tiempo para plantearse nuevas metas y nuevas razones para vivir, mediante el inicio para descubrir o entender, las reglas y conseguir nuevos amigos, nuevos afectos, nuevas ocupaciones, incluso nuevas ideas para realizar nuevos proyectos de vida.

Lo cierto es que actualmente nuestro país dispone de seis millones ochocientos mil ancianos de la tercera edad y en gran parte formado de “ancianos jóvenes”, que se han visto obligados a jubilarse prematuramente, ante el problema de: ¿no saber qué hacer con los días súbitamente vacíos, que ya no están organizados con arreglo a un contrato de trabajo? ¿Cómo vencer la frustración obstinada, por el hecho de sentirse con plenas facultades, pero hasta cierto punto, relegados? Este problema no se había presentado anteriormente en  nuestro país, donde la disminución de energía física se compensaba con una mayor experiencia obtenida durante sus largos años de servicios prestados a esas empresas, a las que ahora ya no los contratan.

 Los gobiernos tanto federales como estatales, han descuidado mucho la situación por la que atraviesan los “ancianos jóvenes” que han sido jubilados en fechas recientes, para facilitar su participación en la vida económica, quienes perciben pensiones raquíticas de Instituciones Oficiales. Así mismo, en diversas empresas estatales no está muy bien garantizado el financiamiento de todas esas pensiones y retiros que disponen de un equilibrio precario que para su liquidación, y se requiere del apoyo de fondos de la población activa, para hacer la liquidación de esos pasivos a cumplir con los adultos mayores en forma oportuna.

 Vamos caminando hacia una sociedad en la que los jóvenes y los adultos, se dirigen ante la magnitud del fenómeno de envejecimiento de nuestras sociedades. Ante este fenómeno social, nuestros gobernantes deben ir tomando medidas precautorias para atender en forma oportuna la política acerca de las jubilaciones, las pensiones y la vejez,  que pueden hacer crisis en los próximos años cercanos y deben tomarse en cuenta como un problema social inevitable de gran magnitud.

 En nuestro país, se tiene una idea diferente de lo que puede ser un  jubilado, puede llegar a ser comparable a lo que está desgastado, una persona que además de estar desempleada no sirve para gran cosa, es el reverso de útil, el negativo del trabajo. La jubilación no puede ser feliz sino solamente cuando se experimenta con una capacidad social comparable con la que se tenía dentro de la vida activa.

 Las empresas en su actividad de producción o de servicios que ofrecen al público, ignoran totalmente al personal mayor de 60 años y se ha observado como una gran conquista obtenida, que las grandes tiendas de autoservicio departamental, aceptan a los ancianos, sin pago de sueldo, en su calidad de “cerillos”, solamente para manejar la envoltura de mercancías, desperdiciando su talento que puede ser utilizado por la experiencia de la que disponen, como instructores en la formación de los  jóvenes; o bien, procurando una mejor adaptación al mercado de trabajo activo, con una modificación a las leyes laborales, impartiendo una educación permanente que faculte al trabajador a un envejecimiento que le permita estar actualizado en labores especializadas, evitando rutinas agotadoras y le permita fortalecer su espíritu en su carácter como persona, enalteciendo su labor, en beneficio de una jubilación digna y progresiva.

 

2 comentarios:

  1. Dr. Muy lindo!!! lo paso al Ing. Franco. Saludos
    Margarita

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