Recuerdo
que la Madre Teresa de Calcuta decía alguna vez: “No podemos hacer grandes
cosas en esta tierra. Sólo podemos hacer cosas pequeñas con gran amor” He
conocido personas que disponían de grandes proyectos para hacer grandes cosas
en algún momento futuro, pero desistían al encontrar diversos obstáculos para
iniciar sus planes. Les habría gustado ayudar a los demás, pero todavía no
podían hacer nada hasta conseguir que sus gestiones tengan éxito.
Queremos
hacer varias cosas en beneficio de otras gentes y caminamos muchas veces por
las calles sin darnos cuenta que hay muchas personas hambrientas, ancianos a
los que les vendría bien recibir un poco de compañía, madres solteras que les
gustaría recibir ayuda para sus hijos, personas que aún no saben leer, calles
llenas de basura, y muchísima gente que necesitan que las escuchen y otras
tantas cosas que es necesario hacer.
Lo
mejor que se puede hacer para ayudar a otras personas es empezar por pequeñas
cosas como puede ser: abrir una puerta para que pase otra persona, ceder el
asiento a una dama o a una persona mayor, ayudar a un invidente a atravesar una
calle, lo único que debemos hacer es concentrar en dar ayuda cuando alguien la
necesita, aunque no nos pida el favor de hacerlo.
No
es necesario realizar obras de beneficencia millonarias como lo puede hacer una
Organización dedicada a hacer el bien público a personas que verdaderamente
necesitan ayuda y para ello, disponen de muchos fondos económicos para dedicar
su tiempo a ayudar a enfermos, a personas mayores o a niños de la calle.
Es
muy posible que en nuestros propósitos no podamos ayudar a muchas gentes, pero
es suficiente con cambiar nuestra actitud para hacer más placentera la vida a
otros y transformarle las cosas en un lugar más alegre. Lo único que tenemos
que hacer es concentrarnos en pequeños actos de bondad en cosas que podamos
hacer de inmediato.
En
esta Ciudad lo hemos visto en el reciente temblor que nos afectó el 19 de
septiembre, la forma en que la gente se movió después del sismo y las ayudas
que de inmediato se empezaron a organizar a base de rescatistas jóvenes que sin
presión alguna formaron grupos de rescate y dieron ayuda a otras gentes en
desgracia, logrando con esa labor salvar varias vidas de personas que ahora
cuentan las horas de terror pasaron bajo los escombros.
Lo
anterior demuestra que cuando se quiere hacer el bien, es suficiente con
fijarse esa mentalidad y tener presente ayudar a otras gentes que la necesitan
y participar en lo que se pueda ofrecer que por muy poco que esto representa, resultará muy útil en un momento
oportuno.
No
obstante, si ponemos nuestro empeño en todo aquello que hacemos, sentiremos
momentos de alegría al proporcionar una ayuda y en esa forma contribuiremos a
hacer que nuestro mundo sea un poco más alegre.
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