Durante
el curso del día miércoles de la semana pasada escuché una noticia en una
estación de radio 88.9 FM sobre el caso de una señora adulta mayor Guadalupe
Benitez de 75 años que había sido llevada a la Casa hogar “Nuño de Balboa” que se encuentra instalada en la misma calle donde
se ubica la estación de radio, dando la noticia que la señora de referencia
había sido llevada por dos personas a ese Asilo y la habían dejado en ese lugar
mientras sus familiares regresaban un poco más tarde. Lo cierto es que nunca
regresaron y la habían dejado abandonada con una pequeña maleta de su ropa
personal.
La
noticia empezó a circular durante el día en “Redes sociales”; y tal vez en ese espacio por mencionar el nombre
de la señora, llegó a oídos de alguien que la reconoció y lo informó a una
nieta de la persona abandonada. La nieta acudió a la Casa hogar a la 1.15 horas
de la madrugada del día siguiente, teniendo en esa forma un final feliz, al ser
reclamada por su familiar. Esta noticia fue dada a conocer por la misma
estación de radio, que se preocupó por continuar este caso hasta llegar a su término.
Estos
abandonos son frecuentes y los podemos detectar cuando tenemos alguna relación
con Casas-hogar y son problemas que no tienen explicación, como es el hecho de
abandonar un familiar solicitando asilo, situación bastante difícil, porque
para que pueda funcionar una aceptación de la persona, debe cubrirse un trámite
previo: llenar una solicitud, hacer una revisión médica por el doctor de la
institución, elaborar un estudio económico de los interesados, y designar un
responsable y a cargo de la persona que se interna para cualquier trámite
futuro.
Muchas
veces el abandono de las personas adultas mayores ocurren en las estaciones de
servicio: líneas de camiones, aeropuerto y hasta en el metro, donde son
localizadas por los servicios de vigilancia de esos lugares y remitidos a los
albergues del Departamento del D. F. cuyo personal es el encargado de darles la
atención mientras se decide su paradero.
Se
ignora el motivo que origina el abandono de los ancianos en los lugares
públicos, lo que sí es una infamia el hecho de deshacerse de un familiar
posiblemente enfermo, cuando ha sido activo durante toda su vida y finalmente
se le considera una difícil situación para quien o quienes lo tienen a su cargo
y deciden abandonarlo sin ninguna consideración cuando verdaderamente necesita
de la ayuda física y el apoyo económico y moral de sus parientes.
La
cultura en nuestro país para fomentar la filantropia es muy reducida, sobre
todo es una educación que debe empezar en los hogares por los padres de familia
con sus hijos en cualquier edad, y hacerles sentir el compromiso que tienen con sus semejantes, haciéndoles sentir que esa
actitud les hace ser mejores en todo.
Estas
actitudes me recuerdan una anécdota relativa a un matrimonio donde el abuelo se
fue a vivir con su hijo y por sus manos temblorosas, tenía dificultades para
alimentarse y tiraba la comida sobre el mantel y al suelo, rompiendo con
frecuencia sus platos. El hijo y su esposa se cansaron de esa situación y
regañaban al anciano sin conseguir ningún resultado por lo que decidieron darle
un tazón de madera. El nieto se dio cuenta de este trato que daban a su abuelo
y solamente lo veía triste y lloroso. Un día antes de la hora de la comida, el
padre observó que el niño jugaba con unos trozos de madera en el suelo y le
preguntó: ¿En que te entretienes con tanto cuidado? Con ternura su hijo le contestó…Papi,
estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá, para cuando ustedes sean
abuelos, “yo les podré servir la comida
en ellos”.
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