PRIMER SUEÑO. |
El
17 de abril pasado se celebraron los 320 años del aniversario luctuoso de la Décima Musa en el viejo convento de San
Jerónimo, mejor conocido ahora con el nombre de Claustro de Sor Juana Inés de
la Cruz. Ella nació en el pequeño pueblecito de San Miguel Nepantla que está
ubicado sobre la carretera México-Cuautla a unos 77 kilómetros al sudeste de la
ciudad de México, en ese poblado se levanta en su nombre, un Centro Cultural
compuesto de diversas instalaciones: museo, teatro al aire libre, biblioteca,
oficinas y casa de adobe donde nació ella en 1651. En ese lugar se levanta un
monumento erigido en su memoria, a quien se puede considerar como la primera
feminista del nuevo mundo.
A
la edad de 5 años comenzó a escribir versos e inició su carrera literaria con
una “Loa al Santísimo Sacramento” que
se representó en la Iglesia parroquial de la cercana población de Amecameca. A
los 10 años de edad, concibió el deseo de inscribirse en la Universidad de
México, pero en esas fechas no se admitía a mujeres, por lo que su madre envió
a Juana Inés al lado de sus tíos que vivían en la Ciudad de México. Ya en la
capital la niña aprendió el latín en 20 lecciones, estudió lengua portuguesa y
también hablaba el náhuatl, lengua indígena.
En
1667 cuando había cumplido 16 años decidió hacerse monja, causando mucha
conmoción en la corte y entró en el convento de San José, de las Carmelitas
Descalzas, pero debido a las disciplinas muy rígidas en ese lugar, sufrió un
quebranto en su salud, su confesor le recomendó que ingresara a la Orden de San
Jerónimo Concepcionista que fue más liberal. El 24 de febrero de 1669 la joven
profesó como monja concepcionista en el
convento de San Jerónimo.
No
entiendo por qué hasta estas últimas fechas se le ha dado a la mujer actual el
verdadero lugar que merece si desde los años 1690 se publicó en España un
volumen dedicado a la poesía de Sor
Juana Inés de la Cruz, cuyos poemas le conquistaron una popularidad inmediata,
dando a conocer su “Respuesta a Sor
Filotea de la Cruz” estas páginas autobiográficas que están consideradas
como obra maestra de la prosa y el escritor y crítico Alberto G. Salceda se ha
referido a ellas como “La Carta Magna de
la libertad intelectual de las mujeres de América Latina”.
En
las actuales instalaciones del Convento de San Jerónimo y entre los años 1974 y
1981, tuve oportunidad de dar algunas clases a grupos especializados, y me pude
enterar que fueron exhumados los restos que ahora se dice son de su persona,
junto con varios otros. La excavación se llevó a cabo por un equipo de
trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, pero por lo que
estoy enterado, aun no se precisa si son o no de ella, de todos modos se
guardan con ese motivo.
Se
comenta que en su acogedora celda del convento y en compañía de sus libros,
escribió poemas, ensayos, villancicos, autos
sacramentales, comedias y compuso música
sagrada. Su “Primer Sueño” poema
filosófico que es un canto al anhelo de conocimiento, se considera como uno de
los mejores ejemplos del barroco literario. En su momento, ilustres personajes
de Europa y del Nuevo Mundo la visitaron en su celda, llenándola de libros,
regalos y de instrumentos matemáticos.
Al
final de su vida una epidemia de peste se abatió sobre la Nueva España en 1695
y Sor Juana Inés contrajo el mal, por lo que ella falleció poco antes de
cumplir los 44 años y siempre dando servicio a sus hermanas del convento, ella
fue hija natural del capitán español Pedro Manuel de Asbaje y de Isabel Ramírez
de Santillana, criolla natural del poblado de Nepantla.
Actualmente
en ese pueblecito situado a orillas de los volcanes “La mujer dormida” y “El Popocatepetl” se celebran diversos eventos
que están a cargo de un Patronato que lo administra y se llevan a cabo visitas
y recorridos, a niños de diversas escuelas tanto del Estado de México como del
Distrito Federal y permanece abierto diariamente a visitantes y grupos de
turistas que acuden a conocer ese histórico lugar.
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