miércoles, 5 de noviembre de 2014

SENTIMIENTO HACIA LA MUERTE.

Zócalo de la Ciudad de México.
Verdaderas obras de arte fueron los monumentos que se dedicaron a la muerte en días pasados y eso indica el respeto que le tenemos a nuestros muertos y eso representa algo temible pensando en las penas del purgatorio y del infierno. Se le dio la imagen a la muerte de un esqueleto humano cargando una guadaña y según se dice esa creencia duró hasta el siglo XVII cuando se trató de suavizar esa representación, para darle un sentido más amable de poder imaginarla como algo que se puede apreciar sin miedo y con fe.

En estas fechas es usual que a fines del mes de octubre y principios de noviembre la muerte la apreciamos como un símbolo más amigable, ya que la podemos apreciar en muchas formas, siendo el más común el “papel picado” que es un trabajo artesanal y multicolor que se utiliza como adorno de altares y simboliza un elemento fundamental festivo del día de muertos.

Se acostumbra regalar “calaveritas de azúcar” que simulan ser cráneos humanos y son hechas de azúcar blanca o chocolate con decoraciones de azúcar de colores y llevan el nombre de alguien que se pretende representar. Las calaveras grandes representan al Padre Eterno, la calavera mediana siempre representa a la muerte como tal y la chica representa a la Santísima Trinidad. Ahora pudimos apreciar la decoración del zócalo de la ciudad de México que fue adornado con “calaveras” gigantes que  miden más de tres metros de altura por otros tantos de volumen con los nombres de personas que fueron famosas en vida y a la fecha ya han desaparecido. Es una idea original que decoró toda la plancha del zócalo a base de calaveras gigantes y algunos altares para honrar a los muertos.

Para estas fechas también pudimos apreciar el “pan de muerto” que está preparado especialmente para esta ocasión y sus ingredientes son harina, huevos, azúcar, levadura y anís. Tiene forma redonda y se adorna con cintas de la misma masa en forma de huesos y van espolvoreados de azúcar. En varios pueblos tienen costumbres de hornear el pan con los mismos componentes, pero con formas de personas humanas y el pan empolvado de ajonjolí, para honrar a las personas desaparecidas.

En poblados de Oaxaca por la creencia de que en los días 30 y 31 de octubre llegan las almas de los muertos tal como fueron en vida a visitar a sus familiares que todavía viven, los oaxaqueños erigen en su domicilio el “biyé” autóctono o el altar cristiano. El “biyé” autóctono es un arreglo que usa cuatro plantas cargadas de plátano, que se colocan frente a la mesa de los santos en medio de un platanar se coloca un petate rebosante de frutas, panes y flores, custodiado por cuatro cirios y en el exterior de la casa se adorna con plantas de caña y plantillas de plátano.

Los altares en general que visité en la ciudad, contienen diferentes elementos y cada uno de ellos tiene un significado diferente que son colocados sobre un “mantel blanco” que simboliza la pureza y la alegría, sobre el que se colocan: “juguetes” dedicados a los niños, cirios que representan a difuntos olvidados, “retratos” de los ausentes, “veladoras o velas” que simbolizan al difunto en el altar, copal o incienso para que las ánimas sepan llegar a la ofrenda, “flor de cempasúchil” que es representativa del día de muertos, “sal” que es purificación, “ceniza” para expiar las almas de los ausentes, “tierra” que representa el polvo somos y en polvo nos convertiremos, “agua” para que calmen su sed. Y así cada uno de los elementos que disponen de un significado que tiende a purificar el alma de los difuntos.



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