martes, 25 de noviembre de 2014

MÁS TEMOR A FRACASAR QUE A TRIUNFAR.

En esta ciudad cada vez con mayor población y con motivo de que las distancias parecen alargarse cada vez más por el exceso de tránsito que cada día aumenta y parece que ya estamos muy cercanos a los cinco millones de vehículos en la ciudad y parece ser que el crecimiento no tiene para llegar a su fin. Por esta situación la gente está muy tensa y vemos con frecuencia rostros muy ríspidos pero considero que aun así se reflejan personas que en otro momento son nobles y amables.

Estas inquietudes se deben a que la gente camina con mucha premura y lo importante es que se sientan bien y actúen tal como son, enorgulleciéndose de sus logros como medida constante para obtener el sueño perseguido por tanto tiempo y que logren hacerlo realidad en el mundo físico, sin dejar que algún día nada se desperdicie.

Muchas gentes que se preparan para lograr sus objetivos, pero temen enfrentarse al éxito que al fracaso, debido a que antes de obtener una respuesta, consideran que pueden asimilar más fácilmente el fracaso porque consideran que les resulta más familiar y en cambio obtener el éxito les obligará a dejar su zona de comodidad y eso implicaría dejar sus rutinas bien establecidas no solo en ellos sino incluir algunos cambios de vida en sus familiares.

Diversas personas temen alguna promoción que les mejore su situación económica, debido a que deben cambiar de residencia y eso implicaría, limitar los pagos de hipotecas, el seguro médico para sus familiares, interrumpir en alguna forma los estudios de sus hijos y muchas otras actividades con implicaciones en sus relaciones familiares, así como otras incomodidades que les afectaría en su círculo de confort con sus amistades, el club social y otros signos representativos.

Además de aceptar un cambio equivalente a aceptar nuevos retos y el temor a someterse a los fallos que pudiera representarle con riesgos inherentes a otras responsabilidades del nuevo cargo a desempeñar. En esta circunstancia debemos aprender de los niños cuando se aplican a andar: se caen y se levantan e insisten en  hacerlo varias veces hasta acertar. Si recordáramos nuestros intentos cuando aprendimos a hacerlo, y si en algún momento hubiéramos dicho: “no lo voy a conseguir” ¡no merece la pena!, hoy no sabríamos caminar.

Pero afortunadamente en el bebé es diferente, va experimentando y fallando hasta que, un día logra su objetivo y lo vemos dar sus primeros pasos y después de ello, hasta correr. En nuestra educación, no podemos reaccionar así porque la imagen que tenemos de nosotros mismos se va destruyendo y es el momento en que debemos traer a la mente el recuerdo de aquel bebé persistente que en algún momento fuimos.


Debemos reconocer que todo en la vida no lo podemos conseguir a la primera, es necesario tener una preparación adecuada para aprender de nuestros fallos y si en tu caso dices “no quiero fallar”, será más complicado para ti que logres progresar en la vida. Cuanto mejor aceptes tus tropiezos, más oportunidades tendrás de aprender de ellos para mejorar tu aprendizaje y seguirás progresando hasta hacer bien las cosas: acertando hasta una siguiente ocasión lo conseguirás mejor…  Los errores son puntos cruciales en nuestra existencia.

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