¡Lo que sea, pero empieza ya! |
Hace
algunos días en un desayuno de compañeros de generación de hace sesenta años
comentaba algún colega que le gustaría vivir los años de estudiante, que él los
añoraba y cuando me preguntaron mi opinión les dije que mi satisfacción radica
en el momento presente y además de expresar que en realidad es el único del que
podemos disponer, porque todos los demás o bien ya han pasado o son sólo un recuerdo.
Independientemente de lo que haya ocurrido ayer o de lo que pueda pasar mañana,
son pura especulación de lo que podría ser el futuro. El ahora es el momento en
que estamos y por lo tanto nuestras vivencias están fijadas en el presente.
Les
comentaba que ahora un estudiante de
preparatoria estará pensando: “qué feliz
seré el día de mi graduación cuando ya no tenga que obedecer a los demás” y
cuando concluya la preparatoria seguirá pensando que no será feliz sino hasta
que se haya liberado del hogar paterno. Y cuando ingrese a sus estudios
universitarios reflexionará “cuando tenga
mi título entonces sí seré feliz” Después de titularse seguirá pensando que
no alcanzará la felicidad hasta que no consiga un buen empleo, y cuando consiga
el empleo se dará cuenta que tiene que empezar a escalar desde abajo; y
ocurrirá lo mismo. Con el paso de los años aún no puede ser feliz y así
sucesivamente llegará a nuestra edad de adulto mayor sin haberse permitido ser
plenamente feliz, porque todo su tiempo vivido lo dedicó a planear un futuro
maravilloso que nunca llegó.
De
otra forma las experiencias del presente y la satisfacción de su vivir el
tiempo presente, están relacionados en forma muy estrecha. Si por ejemplo tú
vives plenamente cada momento de tu vida, estás inmerso en todo lo que haces,
cada experiencia en curso te inspirará para que consideres que la vida es rica
y placentera. Lo único que se necesita para ser feliz es vivir plenamente el
momento presente y esto puede ocurrir cuando prolonguemos la convivencia con
las personas que más queremos y nos importan, cada experiencia nueva con ellos
te colmará de satisfacción y en cada hecho ocurrido será una vivencia que
perdurará para siempre.
Y
también puede ocurrir lo contrario, cuando no tienes la mente fija en el
momento presente, cuando tus pensamientos están dispersos y orientados hacia lo
que pasará después o dedicados a las comparaciones con tiempos pasados, te
limitas a estar cerrando el paso a lo único que hace posible que puedas
disfrutar los acontecimientos presentes.
Por
eso lo mejor es aprovechar el vivir ahora
difundiendo nuestra conciencia para hacer más placentero el momento presente.
Cuando disfrutamos todos nuestros momentos presentes, eliminamos de nuestra
mente el miedo y en esencia no es otra cosa que la preocupación que nos puedan
originar los eventos futuros, situación que nos causa distracción en el
presente.
También
tú puedes encontrarte expuesto al miedo intenso cuando te encuentras inactivo;
esto quiere decir que en cuanto empiezas a hacer alguna labor que te agrada, el
miedo cede. Lo importante es vivir sin amenaza de temores a las consecuencias
que mucho daño nos causa, aunque los hechos no lleguen a realizarse. En cambio,
vivir ahora es actuar sin ningún temor, haciendo el esfuerzo de no angustiarte
por algo que puede llegar o no.
Si
estás preocupado por algún evento reciente, no es posible que dejes la mente en
blanco y mostrarte tranquilo. Pero la mejor manera de renovar ese estado mental
es actuando, comprometiéndote, participando, lo que importa es que empieces a
hacer algo… ¡Lo que sea, pero empieza ya!
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