Es
suficiente leer periódicos o escuchar
noticiarios de radio y televisión, para darnos cuenta de lo agitadas que
están las informaciones y que estamos en un mundo en que el peligro acecha por varios
lugares, si diariamente nos ofrecen una letanía de violencia, enfermedades,
catástrofes naturales y un sinfín de fenómenos económicos negativos que afectan
a muchos y con repercusiones en todos los países donde se han observado
levantamientos que afectan a sus pobladores en su seguridad y tantos otros
renglones que les causan inquietud e
inestabilidad.
A
nuestro país le afecta en forma directa, debido a que esos noticieros son
alarmantes en todos lados y en todos sentidos, donde también cunden las noticias
de inseguridad, manifestaciones, plantones por inconformidades y tantos otros
factores que afectan a diversos estados que en diferentes ciudades solicitan a
sus autoridades paz y seguridad con marchas pacíficas con vestimenta de color
blanco y carteles muy expresivos acerca de sus peticiones que hacen a sus
gobernantes.
Cuando
observamos una serie de tragedias que pueden afectarnos a a cualquier edad y en
cualquier momento del día, es algo que casi nos movería a darnos la vuelta y
tomar toda clase de precauciones, pero ¿Hacia dónde iríamos? Varias familias
han optado por irse al extranjero para su mayor seguridad, pero muchas veces
nos enteramos que esos lugares están igual de peligrosos y muchas veces más. Lo
mismo ocurre con hacer un cambio de ciudad aún dentro de nuestro propio país.
Con
esta forma de ver las cosas, no vale la pena intentar escapar a otro lugar más
seguro, por lo que curiosamente desaparece nuestro temor al peligro y de alguna
forma se apodera de nosotros una sensación de tranquilidad, la simple idea de
que no hay porqué hacer una mudanza a ninguna parte para sentirnos a salvo,
debido a que ese lugar que creemos debe ser más seguro “no existe”, es preferible seguir donde estamos.
Estas
inquietudes nos hacen reflexionar que no vale la pena escapar del peligro. Éste
siempre ha existido y se considera una realidad de la vida. En lo que conocemos
como historia no ha habido una época segura ni tampoco algún lugar que esté a
salvo de percances. Se considera que vivir como ser humano tenemos que hacerlo
en algún lugar, Por peligroso que pudiera ser es preferible pensar muy bien,
antes de hacer algún cambio.
Cabe
hacer una pregunta: ¿Cómo podríamos adaptarnos a una situación actual y no
perder la cabeza con algún temor o miedo? En primer término debemos aprender a
ceder y convivir en la situación actual y abandonar la idea de irnos a vivir a
un lugar más seguro. Después, debemos aprender a convivir así, porque no podrá
ser de otra forma. Lo importante es que al ceder nos liberamos de varias cargas
que nos causan preocupación.
Ocurren
factores en que los fenómenos naturales son insuperables como el caso de los
temblores que son frecuentes en la ciudad de México y cuando ocurren afectan a
todos los niveles y lugares, de manera que son situaciones difíciles de superar
y si puedes hacer algo al respecto, muévete y hazlo; de no ser así, tampoco hay
que preocuparnos y aceptar la situación sin impaciencia. En esta ciudad
sentimos constantemente los efectos no sólo de los temblores, sino también
marchas y plantones que nos complican un poco la existencia. Aceptando las cosas
como son, acabamos con la lucha interna y lo conveniente es disfrutar la ciudad en
todos sus atractivos.
Estos
razonamientos sirven para aceptar los dones que nos ofrece a diario la época
actual, sin preocuparnos por si puede sucedernos algo durante el proceso. Puede
que sea así o no; mientras tanto seguiremos viviendo una época tranquila,
porque lo más importante por hacer es … ¡Vivir
más el ahora!
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