
Resulta
fácil sentirse resentido por las responsabilidades en nuestra vida cotidiana,
pero otras personas que salen afectadas con algún daño, son las que resienten
las consecuencias, debido a que sin conocer el origen, resienten los efectos en
sus pertenencias, con motivo de inundaciones que causan diferentes daños.
Convertirse
en persona más bondadosa y afectuosa requiere acción, no hay nada específico
que tengas que hacer, ninguna prescripción que debas seguir. La mayoría de los actos
auténticos de bondad y generosidad parecen surgir más bien de modo espontáneo,
como si la mente de la persona hubiera integrado por sí sola el concepto de
servir a los demás.
Algunas
de mis lecturas que he realizado, se inician con sugerencias que consisten en comenzar el día planteándome
preguntas de diferente índole: “Cómo puedo prestar algún servicio” Esto me ha resultado útil para recordar las
diversas maneras y formas que debo seguir para recordar las diferentes maneras de
tener la oportunidad y poder ayudar a otras personas. Cuando ocurren estas
interrogantes, las respuestas surgen durante todo el día.
Si
tú te propones ayudar a otras personas, casi de inmediato surge la posibilidad
de que pongas en práctica tus propósitos, ya que las oportunidades surgen en
forma espontánea: ayudar a un invidente a cruzar una calle, dar el paso a una
dama, ceder tu asiento a un inválido, recoger basura que puede estar tirada en
la calle. La clave consiste en tener buena disposición para hacerlo y recordar
que realmente la ayuda que se puede prestar a los demás no consiste en hacer
una sola cosa.
No
se trata de hacer algo bueno y preguntarse después por qué los demás no se
preocupan en prestar alguna ayuda a terceros; por el contrario, una vida de
servicio es un proceso que abarca toda la existencia, y se constituye en una
manera o forma de ver la vida, si hace falta sacar la basura, sácala tú y ponla
en su lugar, aunque no te corresponda hacerlo. Yo he descubierto que a veces la
mejor manera de ayudar a otros es muy sencilla, es algo así como un pequeño
acto silencioso, que pasa desapercibido y si puedo desempeñarlo, me agrada
hacerlo.
Existe
un viejo refrán que dice “En el dar está la recompensa” es muy
cierto, cuando das algo o prestas un servicio, sientes la recompensa del deber
cumplido y eso es suficiente. Si aprendes a dar o a darte a los demás con
generosidad, llegarás a sentir una paz que jamás habrías creído posible con anterioridad,
porque en esos casos todos salen ganando mucho, especialmente tú con la
satisfacción del deber cumplido.
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