Recuerdo
desde niño escuchar la versión que mucha gente buscaba la fuente de la eterna
juventud como símbolo de la inmortalidad y correspondía a una legendaria fuente
cuyas aguas devolvían la salud y hacían que la persona que tomara de esa agua
continuaría siendo joven toda su vida. Hasta había una película donde un grupo
de investigadores que realizaron estudios con anterioridad, se internaban en
una selva muy espesa y después de muchas peripecias la encontraban en una gruta
muy profunda, por lo que tomaron mucha de esa agua y cargaron con suficiente
líquido, y a su regreso del viaje fueron pereciendo cada uno de ellos, hasta
que se extinguió el grupo, nunca se tuvo noticia de los resultados de esa
expedición.
Nunca
más he vuelto a escuchar estas versiones y lo que ahora caigo en cuenta la
famosa fuente de la juventud radica en nosotros mismos que tenemos que hacer
mayores esfuerzos que aquellos investigadores interesados en encontrar el agua milagrosa de esa leyenda vetusta.
Lo
que yo entiendo es que desde la juventud debemos tener cuidado de la salud de
nuestro cuerpo con una idea de mantenimiento para preservarlo sano y siempre en
forma hasta conseguir la edad adulta, después la etapa de adultos mayores, con
el ánimo siempre el esfuerzo de
enfrentarse a la realidad cuando un cuerpo envejece pero que alberga un alma
sin edad y siempre joven, porque si nos damos cuenta solo somos las generaciones que preservamos la raza
humana.
Los
niños de todo el mundo olvidan siempre que los ancianos alguna vez también
fueron jóvenes y cometieron actos absurdos y sin sentido. La vejez es un don y
que, aunque es de esperar que las descendencias más jóvenes no nos comprendan y
nos ridiculicen, no debemos permitir que eso altere nuestra vida. Por lo menos
yo, he de rechazar por completo la entrada de un ser viejo y enfermizo entre en
mi cuerpo. Para esto siempre he tenido el propósito de mantener un buen ánimo y
ver la vida con optimismo como lo más sagrado que tenemos y de no cuidarla
nosotros no habrá nadie más que lo haga y esta decisión me permite actuar en
cualquier nivel que yo decida, independientemente de mi edad, me agrada este recordatorio
y lo aplico todos los días.
En
general no debemos dejarnos llevar por una actitud negativa con un pensamiento
que nos atormente que estamos envejeciendo a la par de nuestro cuerpo, es fácil
rendirse y acomodarse la etiqueta que tú mismo en alguna ocasión te has colgado,
de viejo e inválido. En mi caso he tenido la oportunidad de conocer las
primeras canas que blanquean mi cabeza, las arrugas que van sumando una a una y
me siento muy orgulloso de ellas, así como el uso de lentes que desde hace algunos
años utilizo; pero eso me permite verme ante un espejo y decirle a mi cuerpo “no me vas a impedir que viva plenamente”.
Hasta hoy me doy cuenta que la fuente de la eterna juventud, se
encuentra dentro de nosotros mismos y lo único que tenemos que hacer es desplegar
nuestras habilidades y cuidados para
desarrollar cualquier actividad que decidamos con el ánimo firme de estar
haciendo algo útil, estudiando una actividad nueva o haciendo algún servicio
social de nuestro agrado, en beneficio del bienestar de otras personas. Tenemos
mucho que hacer por delante y si es posible dar la batalla completa hasta
el último día que debamos terminar una
jornada completa.
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