martes, 25 de marzo de 2014

NUESTRO EXCESO DE EQUIPAJE FÍSICO.

Cuando una persona se cambia de domicilio, no se ha podido explicar de dónde han salido tantas pertenencias que materialmente no caben en la mudanza que debe hacer el traslado de pertenencias a otro lugar. Hagamos de cuenta que transportamos diariamente dentro de una maleta muy pesada, notaríamos que sería muy difícil transitar con libertad, siendo necesario aligerar un poco la carga, para que nosotros pudiéramos caminar con mayor libertad de un lugar a otro.

Este ritmo de incidencias, hace un caminar más lento o un viaje más pesado, sin interés en la vida, aumentando las cargas de equipaje que se van acumulando, y nos hacen sentir moralmente débiles y prensados por lo que, cuando influye el exceso de presiones que dañan nuestra salud, nos sentimos con pocas posibilidades de mejorar las cosas.

Cierto es que nos hemos visto envueltos en diversos problemas de campañas publicitarias y sistemas de mercadotecnia impuestos por varios medios de difusión y en ocasiones hasta telefónicos, donde nos ofrecen toda clase de facilidades en artículos inmediatos para uso, transporte, entrega y plazos, que muchas gentes al apreciar las facilidades que les ofrecen, adquieren esos productos aunque muchas veces no sean necesarios para su consumo.

En ocasiones nos negamos a eliminar aquellas prendas no utilizadas durante los últimos años, solamente las guardamos y no nos deshacemos de ellas como si se tratara de una cuestión de vida o muerte sin serlo en realidad, después de haberlos olvidado durante mucho tiempo y aunque se trate de ropa que corresponde a otras tallas más reducidas, nos convencemos que algún día podrán sacarnos de algún apuro, ¿A quién se pretende engañar?  Si en años no la hemos usado por haber aumentado de peso, llega un momento que nos aferramos a esas prendas porque se puede dar el caso que nuestras medidas se reduzcan y podamos usarlas nuevamente.

Muchos nos negamos a destruir los objetos de nuestra propiedad que tenemos guardados y no los utilizamos, demostramos con ello un sentimiento de pobreza mental, al suponer que no poseemos suficiente atavío, carecemos de dinero, de afecto, de amor o de alabanzas y lo único que sucede, es que nos hemos aferrado a ideas de posesión.

En esos casos es conveniente revisar los lugares intocables como estantes, cajones y armarios tanto en casa como en la oficina y empezar a eliminar cosas de poca o nula utilidad como libros que nunca serán leídos, ropa que no será utilizada, cosméticos ya caducados, prendas de vestir pasadas de moda, archivos que no se revisarán jamás, así como otros recuerdos inútiles que solo ocupan un espacio sin ninguna utilidad ni beneficio.

En un principio resulta difícil desprenderse de todas esas cosas que creímos podrían servir alguna vez, pero cuando nos damos cuenta que al eliminarlos fue la mejor solución, nos sentiremos más tranquilos, más ágiles y en condiciones de disponer únicamente de lo necesario. Todo esto nos crea una sensación de alivio al darnos cuenta de que fueron cosas inútiles que guardamos por años y terminaron en la basura.

Cuando las personas son adictas al "más - mejor - óptimo", acumulan bienes que les hacen prisioneros de la responsabilidad. Disponen de varias propiedades: varios coches, grandes casas y pagan toda clase de seguros para no perder sus propiedades y lo peor ocurre cuando están llenos de preocupaciones por estar cuidando cosas que no utilizan, dedicando más tiempo a la atención de sus negocios y dejando poco espacio para disfrutar la vida con sus familiares y con sus amistades.

Estas personas se ven con frecuencia, visitando hospitales, centros de salud y no viven con agilidad y libertad. Las cargas que llevan a cuestas, resultan más pesadas y ellos están viviendo a presión en perjuicio de su salud, con una responsabilidad que no se justifica.

Ese estilo de vida procede de la influencia de una “conciencia de pobreza”, se origina en una necesidad de mayor control y dominio, surge de la inseguridad y seguimos sin entender que existan muchos ricos que más bien pueden ser considerados como "pobres acaudalados", y cuando platicamos con ellos siempre se están quejando de cuestiones frívolas que no les han permitido alcanzar buena vida, y están abandonados de todo lo maravilloso que nos ofrece la vida como la tranquilidad, la felicidad y el amor, que pocas veces pueden llegar a disfrutar.





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