Esta
era de la globalización ha hecho más ricos a los ricos ya que disponen de
muchas posibilidades de ampliar sus negocios en todos los lugares donde crean
invertir mejor. Esas corrientes de transacciones ha abierto nuevos mercados por
todas las oportunidades comerciales que han proliferado en el mundo, creando
culturas de riqueza que jamás se hayan visto en los países considerados de primer mundo. Este fenómeno económico ha
originado que algunos países se conviertan en consumistas, como es el caso de la población mundial
creada en los Estados Unidos absorban la mitad de los recursos naturales del
planeta.
Siempre
ha existido la fórmula de “cuanto más
mejor” y sobre todo esa aplicación, la observamos en nuestro país en
diferentes lugares y culturas, donde los momentos más felices de todos los
tiempos, han sido cuando tenemos todo a la mano, pero no se trata de que
disponer de cientos de cosas sea malo, erróneo o desafortunado, aquí lo que
ocurre es el deseo de atesorar más y cada vez más, en cuanto conseguimos algo o
logramos una meta, la mayoría de nosotros nos inclinamos por atesorarla y
continuar hacia la siguiente y hacerlo de inmediato. Esta característica anula
la capacidad para apreciar otras cosas que nos da la vida y de disfrutar de las
muchas bendiciones que nos prodiga.
Cuanto más mejor es una enfermedad del siglo XX que se ha convertido
en una creencia de la vida diaria. ¿Dónde
está la paz en cuanto más mejor? Esta búsqueda de más posesiones le condena al hombre de disponer de mayor número de
posesiones, para lo cual le censura a uno a manejar una vida de constante
lucha. Con esos cuestionamientos es imposible disfrutar plenamente de la vida.
Algunos
de los indicadores de que el cuanto más mejor,
son los siguientes: tienes que estar ocupado para sentirte satisfecho, debes
ganar más dinero del que ganas, has de obtener un ascenso para demostrar tu
valía, necesitas reunir varias cosas. Éstos son síntomas que deben ser
observados y tratar de desterrarlos poco a poco de tus creencias y convencerte
de que en realidad necesitas pocas cosas para vivir y lo que resulta más
importante, para demostrarte que eres libre.
En
alguna ocasión alguno de mis compañeros estrenó su casa en una zona agradable y
cuando me platicó se mostraba muy contento y feliz de estarse cambiando a ella.
Cuando estaba instalado le volví a encontrar y me decía que sí se sentía a
gusto, pero ya estaba pensando en que su siguiente casa iba a ser más grande
para que él y su familia pudieran gozar de mayor espacio. Yo considero que su
idea que traía en mente de “más es mejor”
no le permitió disfrutar su nueva casa. Lamentablemente no es el único caso,
considero que en diferentes niveles muchos actuamos así.
Cuando
una idea de esta naturaleza nos sorprenda, lo mejor será relajarnos hasta donde
más puedas y reflexiona con cuidado cuánta energía vital utilizas en la
consecución de lo que ni quieres ni necesitas. Si es mucha la insistencia de
posesión, repite con frecuencia en forma diaria, graba una frase en tu mente
hasta que la imprimas, diciendo en forma tajante “no voy a perseguir ese objetivo”.
Al
liberar la energía de los pensamientos que anteriormente aplicabas a conseguir
más cosas, empiezas a liberar la idea de experimentar la energía de posesión de
atesorar mayor número de cosas materiales. La ventaja que obtienes cuando
adoptas esta actitud, los muchos objetos que perseguías, incluido el monetario,
comenzará a aparecer en tu vida pero si ningún esfuerzo de persecución.
Empezará una nueva frase “menos es más,
la paz es mejor”
Cuanto más mejor te puede llegar a detener en el grupo de lo físico,
con lo que el yo espiritual no tiene
cabida en la vida diaria. La energía interna se concentra en las cosas
materiales, las compras, los premios, los trofeos y el dinero. Estos juegos los
aprendimos muy rápido en una edad temprana, propiamente desde los primeros años
de escuela, nos piden y buscamos conseguir las mejores calificaciones,
distinciones y reconocimientos y muchas personas experimentan sentimientos de
culpa por no haber destacado en la escuela o por haber fracasado en su objetivo
porque se sienten incompetentes, esta es una espiral que nunca termina.
Lo
que siempre buscamos es conseguir la sensación de paz y ésta aparece cuando nos
separamos del “cuanto más mejor”. Esa
sensación aparece cuando verdaderamente aprendemos a vivir, cuando sentimos que
somos libres y que el yo espiritual ha
encontrado la tranquilidad.
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