AUTOESTIMA LIBERADA. |
En
los albores de nuestra época se han conocido diferentes actividades ideadas por
el hombre para su subsistencia como el caso de la agricultura, primera fuente de sustento y la que prevaleció como
actividad principal, después continuó una gran evolución en el cerebro humano y
surgió una nueva disciplina, que fue la era industrial
utilizada para el transporte y la producción de satisfactores en gran escala; y,
hace más o menos treinta y cinco años se inició otra corriente de pensamiento,
que fue la era de la información, proceso
de supervivencia y de evolución de los seres humanos de este planeta.
Con
ello, la vida se ha vuelto más agitada y ahora, desde los niños tienen cada vez
menos tiempo de serlo, el desarrollo ha dejado de ser orgánico para volverse
artificial, con el frecuente uso de informaciones electrónicas de todo tipo.
Este desequilibrio produce diferentes transformaciones en el yo interno del ser
humano, generando confusiones del yo exterior con el verdadero yo del ser
humano ocasionando una nueva subsistencia, donde la gente se olvida de la
espontaneidad, la creatividad y lo que es peor, la alegría de vivir que es la
parte humana más afectada.
A
lo largo del tiempo, al dejar de ser niño y transformarte en adulto, puedes
llevar contigo una serie de creencias positivas y negativas de las experiencias
en las que has vivido en tu mundo junto con otras personas. Estas creencias van
configurando cada instante de tu forma de actuar y tu manera de pensar. Por ese
razonamiento que prevalece desde los inicios del comportamiento humano hasta la
fecha. Se ha notado un desplazamiento de la persona como ente central en su
desarrollo, dejando a la tecnología como generadora de riqueza, haciendo
necesario que las personas en forma simple y objetiva, restablezcan su contacto
con su YO interior, dejando de lado la era industrial
y la era de la información.
En
esas condiciones, y partiendo de nuestros mejores pensamientos y sentimientos que
están dirigidos a nosotros mismos y corresponden al conjunto de percepciones relativas
a nuestro ser y al comportamiento de la valía personal que se refiere a nuestra
manera de actuar y de manejar nuestras relaciones con las demás personas, y
todo ello relacionado con nuestra manera de actuar y sentir que difícilmente
puede considerarse fuera de la influencia de la autoestima.
Para
el manejo de nuestra autoestima, debemos sentir antes amor dentro de nosotros
mismos para poder entregarlo a los demás. Si nosotros no disponemos de un amor
profundo, es posible que no tengamos nada que dar ni compartir con el prójimo.
Puede citarse el caso de nuestros padres que de pequeños fuimos dependientes de
ellos y recibimos las atenciones que nos tuvieron como hijos, siempre buscamos
su protección y apoyo para nuestra seguridad, pero no podemos compartir o darles
el mismo amor cuando, no lo llegamos a incubar dentro de nosotros.
Desde
muy pequeños los niños cuando están aprendiendo a caminar, deben ser alentados
en sus intentos de dar sus primeros pasos, y deben ser estimulados cuando han
aprendido, felicitándoles siempre por ese hecho. Cuando crecen en un ambiente
familiar van a experimentar otros pasos importantes en su sano crecimiento
hacia la edad adulta. Desarrollan sus relaciones llenas de sentido y amor con
otras personas que es una realidad natural y establecen objetos y lugares
especiales. Esta construcción de la identidad es un importante ingrediente de la autoestima.
Los
adolescentes necesitan ser independientes de sus padres y llegar a descubrir
nuevas relaciones, así como competir fuera de su familia; deben ser aceptados
tal como son y necesitan ser felicitados por su actuación. Muchos de los
temores cuando son mayores se originan desde la infancia, por críticas
recibidas de sus propios padres cuando cometen el clásico error de recibir un
sobre nombre de: gordo, chaparro, pelón,
torpe, mocoso y otros motes con el que distinguen el comportamiento de sus
hijos. En la escuela las críticas llegan a ser de los amigos y los maestros quienes
les asignan alias de: perezoso, negro,
cuatro ojos, gordiflón, y otros. Y en la vida profesional no es distinto llamarles:
aburrido, pesado, salvaje, payaso, alzado,
soberbio. Y con ese seudónimo se le identifica, sufriendo con recelo un cambio que se traslada hacia el temor, que
resulta tan fuerte como el rechazo.
Con
este tipo de adjetivos que mucho afectan a la persona que los recibe, sufren
verdaderas ofensas que perturban profundamente la imagen que tienen de sí
mismos, afectando su autoconfianza y su amor propio. La cantidad de censuras
que escucha con frecuencia es tan grande, que con esos valores negativos,
cualquiera se queda indeciso del concepto de sí mismo. Inconscientemente siente
que ya es: incapaz, torpe, incompetente,
avergonzado y criticable, como si fuese tratado a veces en forma frágil en
medio de adultos mucho más poderosos.
En esos casos y para aumentar tu autoestima, has de entrar en contacto con ese niño interno,
como si te unieses a tu propia semilla y cuidar de él con cariño y
atención, porque en materia de autoestima también las apariencias engañan. El
problema se inicia cuando una persona se pasa la vida entera gustándose a sí
misma, pero nunca logra superar las creencias negativas que absorbe desde la
infancia. Por esa razón: los niños deben
ser tratados con bondad para no afectar su autoestima, utilizando los
correctivos necesarios en los momentos adecuados.
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