En
ocasiones damos poca atención a lo que hacemos o no estamos concentrados en los
problemas que hemos tenido durante el día y es necesario que reconozcamos que “ahora es el único tiempo del que
disponemos”. La plenitud de la vida surge tan solo al establecer contacto
con lo que hacemos en este momento.
Así
se trate de nuestras tareas rutinarias que llevamos a cabo en la vida y para
nosotros pueden resultar actividades aburridas seguirán siendo monótonas
durante toda la vida. En cambio disponemos de la mentalidad de que esas mismas
tareas, las vemos como un don que se nos ha encomendado, estaremos apreciando
esas mismas tareas y pueden ser lo máximo
de actividades que realizamos en nuestra vida. Esta idea debe considerarse para situarnos más allá del concepto
corriente y ver las cosas en una forma útil, para hacer que lo ordinario en
nuestra vida se convierta en algo extraordinario. Al considerarlo así, nuestra
vida toma un nuevo sentido.
En
nuestro entorno, las cosas pueden seguir siendo iguales, pero para nuestro yo
interno estamos manejando un nuevo concepto, porque poco a poco sustituimos
nuestras labores rutinarias en una sensación de gran abundancia con la que nos
estamos beneficiando. Debes manejar las cosas que hagas, con mucho interés si
consideras que es lo único que tienes que hacer hoy. ¿Qué tanta es tu paz
mental? ¿Qué tanta es tu eficiencia? Las dos cosas dependen de la capacidad que
tengas para estar viviendo en el presente y olvidando lo que pasó ayer y mucho
menos de lo que pueda ocurrirte mañana, lo único que cuenta es lo que estás
viviendo el día de hoy.
Lo
único de lo que dispones, es el día de hoy y el lugar en donde te encuentras,
también. De acuerdo a esta situación es muy importante, la clave de lo que
ocurre, es tu satisfacción para vivir y el interés que tengas en el momento
presente. Debes aprender mucho de lo que pasa con los niños pequeños, cuando
están viviendo en el presente, es lo único que les interesa, son sus juegos
olvidando todo lo que ocurre en su entorno.
Cuando
se inicia tu crecimiento físico a la edad adulta, es cuando aprendes el arte de
estar preocupado de las cosas que pasan a tu alrededor, es el momento cuando
empiezas a apreciar lo pasado, así como las preocupaciones de lo que pueda
ocurrir en el futuro, cuando se empiezan a cruzar otros compromisos en tus
momentos presentes, con lo cual empiezan a desarrollarse tus pendientes y en
conjunto son los que te producen infelicidad. Empiezas a aprender que debes
posponer los momentos agradables que te pueden producir alegrías en el futuro y
es cuando consideras que todo marchará mejor en el futuro.
Es
el caso de los jóvenes cuando están en formación (y que a esa edad todos
nosotros los mayores hemos pasado), transcurre la vida basada en momentos: “cuando” vaya a la universidad “entonces” seré feliz, y después de que
transcurra ese tiempo, cuando termine
la carrera y reciba mi título profesional entonces
seré feliz, y después será …
-cuando
me case, entonces- …
-cuando tenga mis hijos, entonces- …
-cuando mis hijos hagan su propia vida entonces- …
-cuando salga de vacaciones al
extranjero, entonces- …
-cuando llegue a ser Director de mi empresa,
entonces- …
-cuando me jubile, entonces-.
Y
lo cierto es que nos hemos pasado la vida con “cuando” y el “entonces” y
a pesar de haber llegado a una edad
madura, nos daremos cuenta de que la mayor parte del tiempo lo pasamos “haciendo planes para el futuro” lo que
debemos considerar, que no hay que esperar a envejecer para recoger las
dádivas, porque eso puede irse haciendo todos los días de la vida, y así
vivirla plenamente. Mañana será igual que hoy y la vida se va marchitando
mientras nos seguimos preparamos para vivirla. Qué error habremos cometido al
no darnos cuenta de que solamente seguimos preparándonos para vivir y lo mejor es empezar
a vivir ahora.
Existen
muchos casos de personas que después de jubilados esperan conseguir los
beneficios de toda una época de arduo trabajo. Pero llegado el momento de la
libertad, no saben cómo recoger los beneficios de todo su duro trabajo. Ocurre
todo lo contrario, caen en una profunda depresión y muchos de ellos mueren poco
después, porque nunca aprendieron a recoger el producto de su trabajo que fue
el fruto producido durante su larga vida.
En
el otro extremo se encuentran aquellas personas que actualmente gozan su
jubilación y disfrutan lo que les ofrece la vida, son personas que han
aprendido el arte de recoger los frutos, tiempo antes de que la edad se les
eche encima.
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