martes, 30 de abril de 2019

ENVEJECER CON GALLARDÌA.


Desde mi adolescencia me he vanagloriado de haber nacido entre los años 30 y 40 y en mis últimos aniversarios he pensado que soy un joven del siglo pasado, pero más que orgulloso de mi supervivencia, porque no hay mèrito en ella, el crédito es atribuible a esos genes heredados de mis padres que fueron de antepasados longevos entre los dos lados.

Además, mucho tiene que ver todos los avances de la ciencia médica y la higiene, el promedio de vida ha aumentado considerablemente en los últimos años. Los ancianos ya no son curiosidades reverenciadas, ya representan actualmente un problema social.

Los avances científicos y tecnológicos, nos han permitido gozar de mejor salud y vivir tranquilos y sin enfermedades cuando atendemos los síntomas en forma oportuna. Ni un solo día de enfermedad, -nos ufanamos- excepto un resfrìo esporàdico, o el aviso de algún dolor inesperado que debemos atender con el especialista.

Somos buenos al pretender ser modestos, nos negamos a reconocer alguna vez que estamos equivocados o que somos incapaces de hacer algo.  Sin embargo, detrás de nuestra estulticia también está la certeza de que la edad no marcha matemáticamente año tras año a la par del calendario. La edad real de cada uno se mantiene inmutable durante largos perìodos.

Actualmente me da grima ver muchos jóvenes que truncan sus estudios para dedicarse a trabajar en labores diversas que no les otorgan ningún beneficio, desperdician su vida y dañan su cuerpo con alcohol, tabaco, drogas o cualquier otro enervante que le afecte su salud y desperdician su vida sin ningún oficio ni beneficio.

En esos casos tal vez falta la orientación de sus mayores que pueden ser padres, tutores o familiares cercanos que también están ocupados en sus actividades propias y no les interesa ayudar a los jóvenes que en alguna forma necesitan su apoyo para mejorar su vida. Estos casos son muy frecuentes cuando encontramos pandillas de menores que son perseguidos por las autoridades.

Es muy conveniente cuando el adulto llegue a los 45 años o menos, no es demasiado prematuro comenzar a planear la época de su jubilación, porque el arte de vivir consiste en sentirse siempre joven sin mayores preocupaciones que le aquejen y con una salud inquebrantable.



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