martes, 12 de abril de 2016

LA ESCLAVITUD HACIA EL AUTOMÓVIL.

Gratos recuerdos tengo cuando recién llegado a esta gran ciudad por los años cincuenta (hace 60), cuando las calles de la capital lucían casi vacías de tránsito y era un placer caminar por el centro (ahora centro histórico). Circulaban los trenes, así como las diferentes líneas de camiones urbanos que nos comunicaban propiamente en toda la ciudad. En muchos rumbos de las orillas de la ciudad, se dejaban ver algunas carretas conducidas por caballos por la variedad de establos que había en diversos lugares que por insalubres los fueron retirando poco a poco.

La lógica del desarrollo urbano del siglo XX se notó con mayor intensidad por esas fechas, por el incremento de nuevos modelos de autos de diferentes marcas y modelos con avances en su desarrollo de cilindros, frenos, volante y otros avances notorios que los hicieron más cómodos y rápidos. En mis épocas de estudiante fuimos felices por la cercanía de las Escuelas con nuestros empleos, por lo que utilizábamos los camiones de línea con suficiente espacio para transitar.

Con el paso de los años la ciudad se empezó a poblar con nuevas industrias,  fábricas, empresas nuevas y por consiguiente la población aumentó considerablemente, al grado que por los años setenta, había un aumento de población de 50.000 personas cada mes. Para nosotros recién egresados de las Universidades y Escuelas Superiores, aprovechamos diversas oportunidades de empleo y en la Ciudad de México surgieron nuevas colonias y crecimientos urbanos.

Esto motivó el uso del automóvil para cubrir las distancias que cada vez se hacías mayores por la preferencia de la población que seleccionaba nuevos lugares para vivir. Con ese motivo se hizo necesario el uso del automóvil que se convirtió en una de las aspiraciones de la clase media que con la aspiración y el drama de obtener un “carro”, fue la etapa de modificación de la conducta humana.

Las casas de antaño disponían de un solo garaje que en ocasiones permanecía vacío por si acaso se llegaba a obtener un auto para el uso de toda la familia. Nuestra vida actual con tanto crecimiento incontrolado ha fomentado el uso de un automóvil por cada miembro de la familia, lo que ha provocado el desmedido crecimiento de vehículos que ahora nos ahogan y ha sido motivo de establecer por parte del gobierno de la ciudad, el programa “Hoy no circula”.

En la actualidad el automóvil se ha convertido en el tirano que hace que su poseedor, sea su esclavo por toda la serie de gastos y cuidados que necesita y exige su cumplimiento; empezando por el valor del vehículo, exige la tenencia, las verificaciones en el año, el frecuente mantenimiento para disponer de un buen servicio, la contratación del seguro anual que no es nada barato, las frecuentes cargas de gasolina y las cuotas de estacionamiento, el mal sabor cuando el auto es llevado al “corralón”, el pago de la placa y la tarjeta de circulación que para conseguirla es un triunfo.

El actual crecimiento de vehículos que estableció el programa “Hoy no circula” provocó
 la compra de “autos adicionales” que aumentaron el parque vehicular, esta situación provocó que las autoridades locales, iniciaran la construcción de los “segundos pisos” particularmente los gratuitos, que en nada han servido para mejorar el servicio de transportación masiva.


La contaminación ha aumentado considerablemente, al grado que diariamente tenemos “contaminación ambiental”, aumentando el número de enfermedades en perjuicio de la población en general. Así lo han reportado los hospitales y clínicas públicas y privadas, sin tener una cifra de enfermos y decesos que es la parte más difícil de la situación actual… ¿Qué se puede hacer? –¡Solamente esperar las fuertes rachas de viento para que se lleve toda la contaminación que impera en la Ciudad!


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