martes, 10 de febrero de 2015

SALIR UN POCO DE LA RUTINA DIARIA.

AMANECER.
Después de casi un año de realizar mis actividades rutinarias en  esta ciudad capital y acostumbrado al transporte diario, a la paciencia del tránsito lento, a los plantones de gente de provincia que viene a manifestar sus inquietudes, al ruido diario con toda clase de sonidos y alharaca en las calles y a la rutina de actividad diaria, decidí tomar mis vacaciones con una ausencia prolongada del presente mes febrero para vacacionar en el sureste del país, para interesarme de la vida como tal, por la gente, por las cosas, de lugares legendarios sencillamente repletos de tesoros históricos, almas hermosas y gente interesante que me harán salir un poco de la rutina diaria.

Al principio, pasar una temporada acompañado de mi familia solo para tranquilizarme, considerando una indulgencia suficiente, aprovechando el tiempo para encontrarme a mí mismo a solas para cuidar de mi auténtica visión y expresar mi propia creatividad, disfrutando de una búsqueda personal para encontrar una satisfacción de tranquilidad en estos lugares de provincia que sirven para cambiar la polaridad y disponer del placer de ver la forma en que viven y actúan otras gentes, conocer otros lugares y aprovechar el aire y la tranquilidad en estos lugares que están llenos de historia, leyendas y recuerdos gratos.

 ¿Pero qué hacer? El simple hecho de retirarme un poco de la rutina diaria, necesito hacer que mi imaginación florezca, necesito dejar volar la imaginación para eslabonar felices momentos para idear la manera de holgazanear, pasear, deambular y tal vez conseguir unas orientaciones locales para descubrir lo divertido que pueden ser los placeres ermitaños que puedo encontrar en lugares de provincia, para realizar de manera consciente y lograr un descanso que me aleje completamente del bullicio rutinario capitalino.

Después de un invierno frío (parece redundante) que resentimos en la ciudad de México, debo admirar un poco la espléndida mañana en Mérida, soleada, ni demasiado calurosa ni húmeda, con una temperatura agradable que me hace sentir agradecido de estar vivo. Ahora me doy cuenta de lo necesario que es disponer de días libres para apreciar el don del descanso y disponer de un rato a solas para meditar, rezar, escuchar un poco de música y leer un poco como parte de un complemento de tranquilidad para realizar alguna actividad absolutamente personal, con la disponibilidad de algún arreglo floral.

Basta con acercarse a la ventana para apreciar la tranquilidad y el aire limpio por la vegetación que me permite apreciar la importancia de prestar atención al yo auténtico que me permite meditar en completo silencio. Aprovecharé estos días para ponerme en contacto con mi sosiego interior y como primera prioridad aliviar en parte el estrés y el agobio que experimentamos todos en nuestra vida cotidiana.

Aprovecharé este prolongado descanso en provincia, para poner en orden mi mente en cuanto a pendientes y compromisos externos, así como también escuchar esa vocecita interna que pocas veces tenemos oportunidad de percibir. Lograr la limpieza en orden de estas vacaciones puede ser psicológico, con tiempo muerto para afrontar el desorden emocional que se pudo acumular en mi armario mental. Esta búsqueda del orden que se anidó en mi interior, fue lo que se acumuló por diversos pendientes inevitables.


Ahora tendré oportunidad y tiempo de invocar al orden divino y pedirle a mi espíritu que se haga cargo del día de hoy, así como los demás días por venir que tendré tiempo de oxigenarme tanto física como mentalmente para… salir un poco de la rutina diaria.

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