martes, 4 de febrero de 2014

CONSULTEMOS NUESTRO YO INTERIOR

En alguno de mis blogs anteriores me referí que muchas ocasiones pasemos por alto algunos acontecimientos que tenemos a la mano y no aprovechamos de nuestros conocimientos  y decía que: “es algo que no se nos ha enseñado en casa y tampoco se nos enseñó en la escuela” y para lograrlo, estoy convencido que la fuente de todas esas actividades divinas se encuentran en el interior de nosotros mismos, como es el amor, el afecto, la fuerza de voluntad, el reconocimiento; la alegría, la felicidad y la gratitud” cuyas virtudes son propias y no son y es algo maravilloso que ya poseemos de origen y todos podemos disponer de ellas y somos libres para disfrutar lo mejor que pueda ofrecernos la vida.

La mayoría de nosotros usamos poco esas virtudes o solemos olvidarlas a pesar de que las poseemos en el yo superior que corresponde a la parte espiritual que somos nosotros mismos. En muchos casos se asocia la espiritualidad con la religión organizada, cuando en ocasiones ocurre que las religiones nos apartan de la parte espiritual de la cual formamos parte nosotros mismos. Muchos grupos de personas no aciertan a entender que existen otras formas de ver el mundo en que vivimos, ya que son de la idea de que “si no lo veo no lo creo”

Estas maneras de pensar son muy comprensibles debido a que nuestra mentalidad ha recibido transformaciones diversas con varias disciplinas que nos hacen ver el mundo de una forma muy limitada, a través de los ojos de nuestros condicionamientos de una sociedad que tiene la creencia que nos ha enseñado lo mejor y en cambio no comprende las verdades de una vida positiva, misma que nos ofrece sufrir y luchar para subsistir, aunque debamos acudir muchas veces a sesiones de terapia.

Yo recuerdo cuando en mi juventud radicaba en mi natal estado de Veracruz, estaba acostumbrado a una vida sedentaria y seguía muchas rutinas para subsistir en un medio agradable sin ninguna aspiración, que me permitía seguir viviendo en forma tranquila y cómoda rodeado de mis familiares paternos. Recuerdo el día que decidí sacar un poco la cabeza y venirme a estudiar una carrera profesional a la ciudad de México, ya que en Orizaba, Veracruz o Jalapa, no existían universidades para hacerlo. Ese cambio puso punto final a mi vida provinciana.

Al llegar a la ciudad de México, fue un cambio radical ya que tuve que vivir solo y orientar mi vida a emplearme en algún lugar para costearme una carrera profesional en una escuela superior. Entonces me sucedió algo que me apartó del terreno de la experiencia cotidiana y me llevó a una nueva dimensión del ser. De pronto me sentí impregnado de una fuerza superior que me ayudó a sortear todos los problemas que se me presentaron y a unirme de la grandeza de todo lo que me rodeaba. Me sentí integrado en mi ambiente y tuve oportunidad de experimentar una sensación de seguridad, paz y armonía y una sublime sensación que me decía que me encontraba integrado en mi mundo en aquel momento y para siempre.

Todo esto para mí resultó muy agradable y durante mi primera estancia en esta ciudad, hube de experimentar de todo porque el cambio fue muy importante para mí, dentro de las diferentes sensaciones de seguridad, paz y armonía que encontré en aquellas fechas, ya que me sentí integrado a un nuevo universo, donde mi lenguaje no dispone de palabras suficientes para describirlo. Así transcurrieron los primeros años donde me acostumbre a mi nueva vida, donde la experiencia había sido tan profunda que cambió mi vida para siempre y pude conseguir muchas de las cosas que había soñado.


Con aquel cambio de vida total hacia otra forma de actuar ya por mi cuenta, comprendí que había llegado el momento de reorganizarme y de iniciar una nueva caminata pero sobre bases diferentes y en una vía diferente que me hizo poner los pies en tierra firme, continuando un viaje que ha constituido la piedra angular, desde hace más de sesenta años hasta la fecha que me ha conducido a lugares maravillosos, así como grandes secretos por el interior y el exterior de mi propio ser. Todos estos acontecimientos continúan siendo un paso tras otro. Hagámonos un favor a nosotros mismos … ¡Empecemos sin retraso el viaje ahora mismo!

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