martes, 12 de febrero de 2013

VISITANDO UN ASILO



En días pasados tuve oportunidad de visitar un asilo de ancianos. Esto se debe a que en años anteriores, participé en una universidad virtual como coordinador de grupos con oportunidad de colaborar en diversos  cursos de filantropía  y por ello he tenido invitación a  participar como consultor en algunas organizaciones y fundaciones dedicadas a esa materia, en esta ciudad de México y así surgió la invitación a participar en esta visita realizada a un asilo muy reconocido.

Debo mencionar que en opinión generalizada se tiene la idea en la actualidad,  de que la gente al cumplir sesenta años de edad, se le considera como personas acabadas y por ello han llegado al ocaso pero se ha demostrado que muchos ancianos son años valiosos, llenos de satisfacciones intelectuales y físicas. Ha habido presidentes y primeros ministros que entre los setenta y ochenta años han desempeñado en forma acertada esos cargos públicos con gran acierto.

Coincidimos en que a esas edades, las tensiones emocionales y físicas han acelerado el proceso de envejecimiento, aunque este problema se ha visto reducido en diversos ámbitos, por los diversos avances de nuevos medicamentos, mejores conocimientos médicos, sistemas de higiene y la paciencia y comprensión que les han dedicado los servicios médicos, sus familiares y amigos cercanos.

Durante la  mi visita realizada, pude darme cuenta que existen problemas de la ancianidad que no son fáciles de resolver, pero generalmente pueden tratarse con el mismo sentido común, en beneficio de muchos adultos mayores que necesitan de ayuda y comprensión para apoyarles en su edad avanzada.

Dentro de las opiniones recibidas, pude confirmar que las personas de edad no quieren recibir limosnas. Ellos desean ser útiles y prestar algún servicio, sobre todo si pudieran realizar algunos trabajos por horas sería ideal. Varios reciben pensión por jubilación, de alguna institución en la que trabajaron toda su vida, otros reciben ayuda de sus familiares y además cobran una corta pensión alimentaria que les otorga el gobierno. y aunque estos pagos se les otorgan por llegar a la edad de 65 años de edad, consideran que debería otorgarse en base a su salud y sus aptitudes como personas y no con base en su certificado de nacimiento.

Cuando los retiran para pensionarlos, disponen de un cúmulo de conocimientos adquiridos, que bien podrían utilizarlos para trabajos más sencillos, sobre todo por ser personas puntuales que se sienten orgullosas de tener una ocupación útil, y pueden ofrecer sus conocimientos y estarían felices de disponer de un  ingreso adicional.

Pude observar en el asilo, que consideran la soledad y el aislamiento de sus familiares como algo irremediable y comentan que estos malestares son los enemigos temibles de la edad avanzada; sobre todo cuando modifican sus rutinas realizadas durante toda su vida útil, y después permanecen luchando para mantenerse en contacto con el mundo. Qué útil sería si  muchos voluntarios dieran una hora o dos de su tiempo para regalarles unos momentos de escucha que les servirían como un bálsamo para la salud de su alma.

Otro malestar que pude darme cuenta les afecta en su salud delicada, es la alimentación deficiente no tanto por carencia como por la ingestión de alimentos inadecuados. En el caso de los ancianos es más o menos igual que la que se otorga a los jóvenes, aunque las personas mayores necesitan más proteínas y vitaminas y menos alimentos grasos. Deben combatir la obesidad para eliminar en algunos casos sus enfermedades tradicionales. No existe ninguna limitación por la cual las personas mayores no puedan en ocasiones tomar algún licor o vino de mesa, siempre y cuando no dependan de ella.

Además, pude visitar la capilla anexa al asilo, donde acuden en sus momentos de oración y en horas de práctica religiosa, a elevar sus rezos para mantener firmes sus creencias. La religión es el último sostén sobre el cual se apoyan y un respaldo valioso si creen en un Dios misericordioso que les ayuda siempre en sus momentos difíciles. Hallar consuelo en la fe y moderar sus esperanzas y expectativas con madurez, son atributos que la mayoría de las veces dan gracias por saber apreciar lo que  tienen.

Es importante mantener la mente lúcida y en buenas condiciones, por lo que varios de ellos acuden a una pequeña biblioteca para llevar a cabo diversos momentos de lectura en donde se transportan a otros lados y pueden disfrutar de momentos agradables despertando la imaginación. El provecho que se obtiene de los libros y enterarse de los sucesos de actualidad, son sucesos que contribuyen grandemente a mantenerles activos.

Los adultos mayores al llegar a esta edad disponen del derecho de gozar de compañía y cultivar diversas amistades que les rodean para convivir. Pueden trabajar si están en condiciones para hacerlo y sobre todo tienen el derecho a envejecer pero con dignidad para realizar la virtud más grande que es…¡El derecho a vivir con integridad y decencia!

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