Ballet Folclórico de México.-De Amalia Hernández. |
La semana pasada tuvimos mi esposa y yo la
oportunidad de ir a una función del Ballet Folklórico de México de Amalia
Hernández, en el Palacio de Bellas Artes, gracias a una invitación que nos hizo
mi hijo Daniel, donde observamos una presentación con lleno completo en todas
las localidades y donde tuvimos oportunidad de apreciar una joya de música
mexicana.
La función se inició con la danza de Los
Matachines, con la presentación de bailables del centro de México de las
celebraciones religiosas con música exclusiva durante las fiestas religiosas,
cuyo origen nace de las costumbres de los pueblos prehispánicos de danzas con
sus Dioses.
Continuó con interpretaciones cuyo origen
proviene de los Aztecas, con rituales de bailes primitivos, con ritmos basados
en pasos y temas musicales que se han conservado desde esa época, hasta
nuestros días que son interpretados en diferentes poblaciones del país.
El programa continuó con una fascinante danza
del estado de Guerrero, llena de movimientos y ritmos que traducen la
mexicanidad del lugar. El nombre proviene en honor al General Vicente Guerrero,
uno de los políticos más destacados de ese Estado.
Continuó con música de la Revolución Mexicana
de 1910, que fue la causa de grandes cambios sociales y fue producto de la
integración real de la nacionalidad mexicana. El Ballet hizo gala de una manera
especial a “Las Soldaderas” que fueron las mujeres que combatieron en la
revuelta con un papel determinante al seguir a sus hombres en la guerra.
El programa continuó con un reconocimiento a
los Charros Mexicanos, en medio de una fiesta llena de colorido, donde se mostraron
las habilidades que tienen en el floreo que corresponde al magistral manejo del
lazo o reata, manipulada con habilidad
para conquistar a su amada, al ritmo de un jarabe bien zapateado.
Continuó la representación de la Fiesta en
Tlacotalpan, que es una fiesta a la Virgen de la Candelaria que se celebra el 2
de febrero, con un torneo de fandangos que culminan con la aparición de
verdaderos músicos veracruzanos, con el fin de expresar sus sentimientos,
críticas y leyendas del pueblo.
Y el programa termina musicalmente con la
representación de “La vida es un juego” a base de juguetes mexicanos,
controlados por el diablo que maneja a los personajes como si fueran
marionetas, manipulando las cuerdas que finalmente determinan su destino.
Con esta representación se dio por terminada la
función realizada a base de bailables interpretados por una gran cantidad de
bailarines profesionales, cantantes y músicos que llenan con sus voces, sus
instrumentos y ritmos, un maravilloso espectáculo de diferentes cuadros
mexicanos que representan el folklor nacional desde su forma tradicional hasta
nuestros días.
Gracias Daniel por la invitación que resultó
una fiesta de gala.