No
entiendo muy bien la preocupación que existe de que los Estados Unidos cierren
su frontera para detener la inmigración, así sea temporalmente, lesionaría la propia
economía y la libertad de ese país. Las cifras que se han registrado en años
anteriores, son impresionantes. El Servicio de Aduanas de Estados Unidos
reportó entradas a su país a 472 millones de personas y 141 millones de autos
y camiones.
Cerca
de 500.000 de esos visitantes eran inmigrantes de buena fe en busca de una
nueva vida. Otros 28 millones eran turistas, estudiantes extranjeros y gente
que viaja por intercambio de actividades. Otra gran cantidad de viajeros
internacionales corresponde a personal que acude a atender sus empleos a
ciudades fronterizas. Todos ellos dan vida económica a esos lugares.
Cito
lugares como ejemplo Laredo, Texas, con una población aproximada de 250.000
habitantes, los cuales el 50% son mexicanos y diariamente acuden a esos
lugares. Las quejas que se dejan escuchar de los radicados al otro lado también
son lamentables. Es el caso de los negocios de La firma Norton han expresado:
“Sobreviviríamos en alguna forma, pero sería una situación muy diferente para
nuestras operaciones comerciales”
Muchas
otras empresas de la frontera emplean a personal mexicano y expresan que sus
negocios tendrían que cerrar puertas por falta de clientes. La misma suerte
corresponde a los transportistas de camiones de carga que surten de mercancía a
sus almacenes a través del río Bravo, para tiendas desde supermercados,
almacenes de ropa y electrodomésticos. El mismo efecto causaría a ciudades y
poblaciones a lo largo de los 3,000 kilómetros de frontera que se supone será
dividida por un muro.
Otro
temor que existe es la terminación del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte que afectaría más el suroeste de la región económica de mayor crecimiento
de los Estados Unidos y su mayor desarrollo depende del gran flujo
transfronterizo de compradores, trabajadores, equipo y bienes y servicios, que
a decir de autoridades federales de ese país “en breve habrá buenas noticias
para la nueva firma del TLC.
La
agricultura es otro renglón más espectacular que afectaría al país del norte.
De acuerdo con el Departamento de Trabajo de Estados Unidos, el 85 % de los
trabajadores agrícolas corresponde a gentes que nacieron fuera de los Estados
Unidos, ya que los nativos en esos lugares, no quiere recolectar fruta, ni
trabajar los campos de algodón ni hacer otro trabajo que realizan los
campesinos mexicanos.
Los
trabajadores inmigrantes tanto legales como ilegales, forman parte de la fuerza
de trabajo vital para muchas fábricas estadounidenses, desde la industria
hotelera y restaurantera hasta las del vestido, la construcción e incluso la
industria electrónica.
Actualmente
en Monterrey las oficinas del Consulado estadounidense están tramitando la
visa H2A, un permiso para trabajar por 8
meses en campos de cultivo americanos, algunos contratados por la North
Carolina Hrowers Association para hacer el trabajo más pesado en el campo. Por
lo visto el país vecino necesita mucho de nuestro país, por lo que no nos
deberíamos preocupar de tantas amenazas recibidas.
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