En
alguno de mis blogs anteriores me referí que muchas ocasiones pasemos por alto
algunos acontecimientos que tenemos a la mano y no aprovechamos de nuestros
conocimientos y decía que: “es algo que no se nos ha enseñado en casa y
tampoco se nos enseñó en la escuela” y para lograrlo, estoy convencido que
la fuente de todas esas actividades divinas se encuentran en el interior de
nosotros mismos, como es el amor, el afecto, la fuerza de voluntad, el
reconocimiento; la alegría, la felicidad y la gratitud” cuyas virtudes son
propias y no son y es algo maravilloso que ya poseemos de origen y todos
podemos disponer de ellas y somos libres para disfrutar lo mejor que pueda
ofrecernos la vida.
La
mayoría de nosotros usamos poco esas virtudes o solemos olvidarlas a pesar de
que las poseemos en el yo superior que corresponde a la parte espiritual que
somos nosotros mismos. En muchos casos se asocia la espiritualidad con la
religión organizada, cuando en ocasiones ocurre que las religiones nos apartan
de la parte espiritual de la cual formamos parte nosotros mismos. Muchos grupos
de personas no aciertan a entender que existen otras formas de ver el mundo en
que vivimos, ya que son de la idea de que “si
no lo veo no lo creo”
Estas
maneras de pensar son muy comprensibles debido a que nuestra mentalidad ha
recibido transformaciones diversas con varias disciplinas que nos hacen ver el mundo
de una forma muy limitada, a través de los ojos de nuestros condicionamientos de
una sociedad que tiene la creencia que nos ha enseñado lo mejor y en cambio no
comprende las verdades de una vida positiva, misma que nos ofrece sufrir y
luchar para subsistir, aunque debamos acudir muchas veces a sesiones de
terapia.
Yo
recuerdo cuando en mi juventud radicaba en mi natal estado de Veracruz, estaba
acostumbrado a una vida sedentaria y seguía muchas rutinas para subsistir en un
medio agradable sin ninguna aspiración, que me permitía seguir viviendo en
forma tranquila y cómoda rodeado de mis familiares paternos. Recuerdo el día
que decidí sacar un poco la cabeza y venirme a estudiar una carrera profesional
a la ciudad de México, ya que en Orizaba, Veracruz o Jalapa, no existían
universidades para hacerlo. Ese cambio puso punto final a mi vida provinciana.
Al
llegar a la ciudad de México, fue un cambio radical ya que tuve que vivir solo
y orientar mi vida a emplearme en algún lugar para costearme una carrera
profesional en una escuela superior. Entonces me sucedió algo que me apartó del
terreno de la experiencia cotidiana y me llevó a una nueva dimensión del ser.
De pronto me sentí impregnado de una fuerza superior que me ayudó a sortear
todos los problemas que se me presentaron y a unirme de la grandeza de todo lo
que me rodeaba. Me sentí integrado en mi ambiente y tuve oportunidad de
experimentar una sensación de seguridad, paz y armonía y una sublime sensación
que me decía que me encontraba integrado en mi mundo en aquel momento y para
siempre.
Todo
esto para mí resultó muy agradable y durante mi primera estancia en esta
ciudad, hube de experimentar de todo porque el cambio fue muy importante para
mí, dentro de las diferentes sensaciones de seguridad, paz y armonía que
encontré en aquellas fechas, ya que me sentí integrado a un nuevo universo,
donde mi lenguaje no dispone de palabras suficientes para describirlo. Así
transcurrieron los primeros años donde me acostumbre a mi nueva vida, donde la
experiencia había sido tan profunda que cambió mi vida para siempre y pude
conseguir muchas de las cosas que había soñado.
Con
aquel cambio de vida total hacia otra forma de actuar ya por mi cuenta, comprendí que había llegado el momento de reorganizarme
y de iniciar una nueva caminata pero sobre bases diferentes y en una vía
diferente que me hizo poner los pies en tierra firme, continuando un viaje que
ha constituido la piedra angular, desde hace más de sesenta años hasta la fecha
que me ha conducido a lugares maravillosos, así como grandes secretos por el
interior y el exterior de mi propio ser. Todos estos acontecimientos continúan
siendo un paso tras otro. Hagámonos un favor a nosotros mismos … ¡Empecemos sin retraso el viaje ahora mismo!
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