En
días pasados me refería a las actividades que realizamos en forma común y que
pueden ocasionar “adicción al trabajo” y
en esos casos no podemos considerar “hablando
de lealtades” de negarnos a participar en otras tareas por estar dedicando
todo nuestro tiempo al trabajo cotidiano, en esas condiciones seríamos esclavos
y uno puede ser fiel a determinada institución sin desatender otras labores con
honradez e integridad, sin tener que convertirnos obligatoriamente en siervos
debido a que la persona más importante a la que debes ser inquebrantablemente
fiel eres tú mismo.
Esta
situación debe considerarse así, debido a que eres el ejecutivo más importante
de tu propia vida y puedes hacer todas las proyecciones en el tiempo y con el
modo que más te convenga, de manera que todo esté enfocado hacia la felicidad,
la salud y lo que es más importante para ti, los que te rodeen que es la satisfacción del
deber cumplido.
Debes
considerar que dedicas mucha lealtad a tu institución a la que perteneces, pero
lo cierto es que los centros de trabajo están creados para servir al hombre,
más que a la inversa. Sobre todo en estas fechas de que deben cubrirse las
exigencias de las empresas, y se observan más exigencias a su personal, con una
serie de requisitos a cumplir que son: edad, tiempo completo, capacitación
donde consideran al elemento humano como desechable debido a la situación de
competencia y globalización a que se ven sometidas actualmente, y en caso
necesario cierran sus actividades, sin importarles la suerte que puedan tener
sus empleados que quedan en el
desempleo, según podemos observar en casos reales de “reajustes de personal” que están protestando por las calles, por
despidos injustificados.
Se
ha olvidado que lo que hace a las instituciones y su funcionamiento se debe a
su personal de empleados y obreros que la integran, y son los que manejan la operación
de sus plantas fabriles, sus oficinas y hacen funcionales sus operaciones en el movimiento diario del
negocio. Se observa que los ejecutivos de primer nivel, son instruidos a modo
de que permanezcan en competencia de capacidades, estando siempre abrumados por
la tensión que ejercen en su vida diaria.
Es
notorio que el personal de estos niveles empresariales, se vea afectado de diversas
enfermedades, como son: ataques cardíacos, úlceras e hipertensión que son
considerados como normales, (aunque los que resientan la falta de atención de su
parte son sus propios familiares) y ellos mismos se conviertan, en alcohólicos, en
fumadores, en consumidores de pastillas
o tranquilizantes para dormir, sin disponer de tiempos libres,
por atender todas sus responsabilidades laborales.
Por
otro lado se observa que las instituciones se dedican a estimular el sentido de
competencia, esforzándose siempre al máximo para conseguir que todo su personal
a sus órdenes, envicien en sus mentes,
creando sistemas especiales de premios y recompensas para que el personal se
sacrifique y pueda competir en su especialidad, superando a su prójimo,
ofreciéndoles premios y recompensas, a cambio de mayor producción con vistas a
conseguir ascensos y mejoras de reconocimiento.
Y
así continua la competencia que se inicia desde las escuelas para seleccionar a
los mejores alumnos, en perjuicio de otros tantos que son marginados para
obtener distinciones, saliendo al mercado laboral con un signo de dividirse en superiores e inferiores, donde los
ganadores continúan esa competición a costa de otros tantos perdedores,
sobresaliendo la competencia como si
nunca hubiera existido la colaboración
Si
tú supones por un momento que en tu centro de trabajo, ¿todos te reconocen como
el mejor? Siempre necesitarás ese reconocimiento para alimentar tu propio ego y siempre estarás esperando el mismo
reconocimiento de los demás o sea los
que provienen de tu entorno, sin dar importancia a lo que ocurre en tu yo interno lo que constituye un síntoma
de tu poca valía y baja autovaloración, dando más importancia a lo que ocurre
fuera de ti, sin prestar atención a lo que pasa en tu interior que es lo que
verdaderamente debe interesarte.
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