martes, 19 de junio de 2018

SE CIMBRÓ MÉXICO EL DOMINGO.

Gooooooooool.

Gracias a la Selección Mexicana por habernos dado un sensacional domingo como regalo del día del Padre, aunque en realidad todos sufrimos como una Madre. Las estadísticas del juego estuvieron siempre a favor del equipo alemán (como se dice en Beisbol -los momios-) y sin embargo, lo que vale, es el número de veces que el balón atraviesa legalmente la línea de gol.

Esto valió una sola vez en el partido con el vistoso remate que Hirving Lozano colocó junto al poste derecho a los 35 minutos del primer tiempo fuera del alcance del portero alemán Manuel Neuer. El futbol dispone de esa naturaleza en una fecha tan importante.

Durante el juego, se notaron las calles vacías y una playera verde sobrepuesta fue suficiente para estar en comunicación. El zócalo de la Ciudad de México lució lleno de gente con esplendorosas pantallas y las plazas en distintos lugares en muchas ciudades del país estuvieron igual de aficionados.

En el primer tiempo contra Alemania el Tri decidió volverse maravillosamente incomprensible y dominó completamente al equipo que resultó campeón del mundo en el torneo anterior. Durante el desarrollo del juego, se observó el recorrido de Layún, el control de la pelota de Herrera, la entrega colectiva del equipo y la acertada dirección de Osorio. La participación de los cronistas que cruzaban sus lances de metáforas con elocuentes elogios para el equipo mexicano.

En el descanso del primer tiempo ya daban ganas de ir a festejar, pero todavía faltaba un segundo tiempo contra el equipo de los maestros trágicos del futbol que se alimentan del dolor ajeno y lo han demostrado en cuatro ocasiones anteriores que han resultado campeones del mundo.

Si en la primera parte se cultivó el asombro, en la segunda se apostó por la tradición: el equipo jugó contra si mismo, se observaron los cambios que mandó Osorio, retiró a quien destacó como constructor del juego Carlos Vela, así como al autor del gol el Chucky Lozano y el fantasma flotaba sobre la cancha, cuando Rafa Márquez hizo su aparición con el brazalete de capitán que le entregó de manos de Guardado.

Lo demás es de sobra conocido por todos los mexicanos con el silbatazo final, se desbordó la afición y la no afición, hubo vítores en el  país y concentraciones de personas para celebrar el triunfo de México sobre el equipo alemán. Acá en la Ciudad de México se empezó a reunir la gente en el Monumento al Ángel, la calle de Reforma se llenó de lado a lado como se observa en las fotografías de los diarios.

México necesitaba un triunfo de esta naturaleza, sobre todo en estos momentos que todas las noticias diarias son negativas; sabemos que cuando queremos hacer un propósito lo conseguimos y gracias a la Selección de futbol que nos puso la muestra, debemos proponernos dar nuestro mejor esfuerzo en todo lo que tenemos como responsabilidad hacer. Proceder con mesura y soñar con cosas más grandes.





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