jueves, 11 de diciembre de 2014

¡NAVIDAD ES ÉPOCA DE REGALOS!

Mensaje al Mundo Actual.
Siempre he tenido la idea de que el mes de diciembre es el mejor mes de todos los años, debido principalmente al colorido y alegría que se despliega en todo el mundo, por la celebración de fiestas y reuniones, por el nacimiento del niño Jesús, por las flores de noche buena o flores de pascua (como se conocen en mi estado natal, Veracruz) por las tradicionales posadas con sus piñatas según tradición mexicana, por los regalos de navidad, por todo el amor y abrazos que se dan y reciben antes y después de fin de año y por tantas otras costumbres que distinguen en último mes del año.

Muchas tradiciones de esta naturaleza se han conservado hasta la fecha, habiendo surgido el aspecto comercial de la fiesta que nosotros también hemos heredado de padres a hijos que recuerden  cuál es la verdadera razón de ser de las Navidades, aunque a nosotros mismos nos cueste recordarla cuando nos vemos atrapados en la conmoción de las fiestas y en las campañas que hacen los comerciantes a través de la radio y la televisión y que nos inducen a mercantilizar las fiestas decembrinas.

Reflexionemos hoy sobre el papel de los regalos de la historia de la  Navidad. Aquellos fueron regalos envueltos en milagros y tal vez por esa razón no los encontramos en esas ferias de precios que promueven los comerciantes, ni tampoco en esas enormes listas de precios y catálogos que aparecen en internet.

El primer regalo que se dio en esa época fue del Espíritu: el amor incondicional. El siguiente regalo lo hizo una adolescente judía que se llamaba Miriam y a quien su familia y sus amigos llamaban María. Su regalo de navidad  fue la abnegación, la renuncia total al ego y la voluntad necesaria para traer el cielo a la tierra. Los regalos de su prometido, José, fueron la confianza y la fe. Tenía confianza en cuanto a que María esperaba el hijo mediante un plan divino que trajo perdón y plenitud.

La navidad es época de dar y recibir regalos y se considera así porque fueron los Reyes Magos los que hicieron un largo y penoso viaje, siguiendo una estrella luminosa en busca de un rey que acababa de nacer y que los sabios de aquella época habían anunciado la venida del Rey de Reyes.


Los tres Reyes provenientes de Oriente recorrieron un largo camino siguiendo la estrella luminosa en busca del “Rey de Reyes” que acababa de nacer. Cuando llegaron a Belén se encontraron al niño nacido en un pesebre. Aceptaron lo imposible y dejaron el escepticismo durante el tiempo suficiente para engañar a Herodes que buscaba al niño que llegó para cambiar al mundo. Con valor y con riesgo de su propia vida, los Sabios ayudaron a la joven familia en su huida hacia Egipto en busca de refugio.

Por esa razón, la Navidad es época de regalos atados con las fibras del corazón, que transforman lo mundano en milagroso, los regalos del espíritu, de una adolescente asustada, de un desconcertado esposo, del niño, de los ángeles, del pastorcillo, de la esposa del posadero, del amor incondicional, de la abnegación, la confianza, la fe, el perdón, la caridad, las maravillas y la aceptación de valores… ¡esos fueron los regalos que dejaron los Reyes Magos!

Al hacer tales regalos nos dejaron lo verdaderamente valioso, abriendo nuestros corazones para enviar tales regalos con sinceridad a todos los que nos rodean. Una Navidad no es Navidad sin esos regalos.





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