lunes, 1 de diciembre de 2014

LA AMBICIÓN COMPAÑERA DEL ÉXITO.

La ambición puede ser considerada como el deseo que tienen las personas de poseer mejores satisfactores para hacer su vida más cómoda y confortable y esto lo pueden lograr con el deseo de disponer de riqueza, fama y distinciones de manera que  como seres humanos pueden fijarse nuevas metas: para obtener, para conseguir nuevos objetivos en lo general, para muchos individuos son imposibles; no así, para determinado grupo de personas ambiciosas a quienes todo lo que se proponen lo logran para conseguir sus objetivos con dedicación, esfuerzo y tiempo. Por lo anterior se considera la ambición en calidad de compañera espiritual del éxito y las dos en conjunto son necesarias para conseguir lo que se desea.

Podemos considerar al éxito como un caballero honorable y a la ambición como una dama errante e inestable y no una virtud. Si su poder y pasión no se canalizan creativa y constructivamente, podría volverse contra aquel que invoque su presencia. Puede ser comparable con la energía eléctrica que puede fomentar la vida o destruirla y es el mismo caso que puede ocurrir con la ambición, que nos damos cuenta que existe cuando nos informan del fracaso de alguien.

La ambición solo origina peligro y no podemos confiarnos mucho debido a que si nos llama la atención obedecerla, nos convertimos en blanco fácil de la codicia. Estas épocas cuando nos sentimos abrumados y podemos pensar que tenemos el alma empobrecida, es fácil despertar y seducir al ego, la codicia nos seduce y nos orilla a la tentación y debemos admitir ante nosotros mismos que no solamente manifestamos aspiraciones, sino también tener ambiciones que son demasiado peligrosas.

También debemos aquilatar si la ambición se nos presenta como un regalo que recibimos cuando generosamente se nos concedieron nuestras dotes personales del paquete auténtico que nos fue otorgado. Sabemos que el poder beneficia pero también perjudica ¿Por qué iba a ser otra la naturaleza de la ambición?  ¿Y si nuestra negación a canalizar nuestras ambiciones para nuestro bien y el bienestar de los que amamos, es la verdadera corrupción del poder? Debemos recapacitar cómo podrían transformarse nuestras existencias  en el caso de respetar la ambición y cediéramos el paso a la concesión de un don no tan milagroso.

Lo que sí es una realidad es que no podemos aceptar el éxito si antes no ambicionamos algo y para eso ejercitamos la acción que es lo que produce la plena acción en movimiento y eso es lo que produce el éxito, debemos ser demasiado cautos para que todo se conduzca dentro de los  términos adecuados y legales.

Puedes madurar un proyecto y llevarlo a la práctica y entusiasmarte con él, de manera que pudieras crear un plan ambicioso, midiendo las consecuencias y plano al que quieres llegar, comenta con tu yo interno los pros y contras y explícale hasta donde te gustaría llegar. Escucha sus sugerencias y luego medita con detenimiento el desarrollo y obtendrás la clave que buscas para finalmente conseguir tu propósito no importando la ambición que has mezclado en tu proyecto hasta llegar al resultado final.

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