martes, 9 de julio de 2013

AGRADECER LA VIDA CON ALEGRIA.


En ocasiones damos poca atención a lo que hacemos o no estamos concentrados en los problemas que hemos tenido durante el día y es necesario que reconozcamos que “ahora es el único tiempo del que disponemos”. La plenitud de la vida surge tan solo al establecer contacto con lo que hacemos en este momento.

Así se trate de nuestras tareas rutinarias que llevamos a cabo en la vida y para nosotros pueden resultar actividades aburridas seguirán siendo monótonas durante toda la vida. En cambio disponemos de la mentalidad de que esas mismas tareas, las vemos como un don que se nos ha encomendado, estaremos apreciando esas mismas tareas y  pueden ser lo máximo de actividades que realizamos en nuestra vida. Esta idea debe considerarse  para situarnos más allá del concepto corriente y ver las cosas en una forma útil, para hacer que lo ordinario en nuestra vida se convierta en algo extraordinario. Al considerarlo así, nuestra vida toma un nuevo sentido.

En nuestro entorno, las cosas pueden seguir siendo iguales, pero para nuestro yo interno estamos manejando un nuevo concepto, porque poco a poco sustituimos nuestras labores rutinarias en una sensación de gran abundancia con la que nos estamos beneficiando. Debes manejar las cosas que hagas, con mucho interés si consideras que es lo único que tienes que hacer hoy. ¿Qué tanta es tu paz mental? ¿Qué tanta es tu eficiencia? Las dos cosas dependen de la capacidad que tengas para estar viviendo en el presente y olvidando lo que pasó ayer y mucho menos de lo que pueda ocurrirte mañana, lo único que cuenta es lo que estás viviendo el día de hoy.

Lo único de lo que dispones, es el día de hoy y el lugar en donde te encuentras, también. De acuerdo a esta situación es muy importante, la clave de lo que ocurre, es tu satisfacción para vivir y el interés que tengas en el momento presente. Debes aprender mucho de lo que pasa con los niños pequeños, cuando están viviendo en el presente, es lo único que les interesa, son sus juegos olvidando todo lo que ocurre en su entorno.

Cuando se inicia tu crecimiento físico a la edad adulta, es cuando aprendes el arte de estar preocupado de las cosas que pasan a tu alrededor, es el momento cuando empiezas a apreciar lo pasado, así como las preocupaciones de lo que pueda ocurrir en el futuro, cuando se empiezan a cruzar otros compromisos en tus momentos presentes, con lo cual empiezan a desarrollarse tus pendientes y en conjunto son los que te producen infelicidad. Empiezas a aprender que debes posponer los momentos agradables que te pueden producir alegrías en el futuro y es cuando consideras que todo marchará mejor en el futuro.

Es el caso de los jóvenes cuando están en formación (y que a esa edad todos nosotros los mayores hemos pasado), transcurre la vida basada en momentos: “cuando” vaya a la universidad “entonces” seré feliz, y después de que transcurra ese tiempo, cuando termine la carrera y reciba mi título profesional entonces seré feliz, y después será …

 -cuando me case, entonces- …

-cuando tenga mis hijos, entonces- …

-cuando mis hijos hagan su propia vida entonces- …

-cuando salga de vacaciones al extranjero, entonces- …

 -cuando llegue a ser Director de mi empresa, entonces- …

-cuando me jubile, entonces-.

Y lo cierto es que nos hemos pasado la vida con “cuando” y el “entonces” y a pesar de  haber llegado a una edad madura, nos daremos cuenta de que la mayor parte del tiempo lo pasamos “haciendo planes para el futuro” lo que debemos considerar, que no hay que esperar a envejecer para recoger las dádivas, porque eso puede irse haciendo todos los días de la vida, y así vivirla plenamente. Mañana será igual que hoy y la vida se va marchitando mientras nos seguimos preparamos para vivirla. Qué error habremos cometido al no darnos cuenta de que solamente seguimos  preparándonos para vivir y lo mejor es empezar a vivir ahora.

Existen muchos casos de personas que después de jubilados esperan conseguir los beneficios de toda una época de arduo trabajo. Pero llegado el momento de la libertad, no saben cómo recoger los beneficios de todo su duro trabajo. Ocurre todo lo contrario, caen en una profunda depresión y muchos de ellos mueren poco después, porque nunca aprendieron a recoger el producto de su trabajo que fue el fruto producido durante su larga vida.

En el otro extremo se encuentran aquellas personas que actualmente gozan su jubilación y disfrutan lo que les ofrece la vida, son personas que han aprendido el arte de recoger los frutos, tiempo antes de que la edad se les eche encima.

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