lunes, 10 de diciembre de 2012

HABLANDO DE RESPONSABILIDADES.

Protesta.
En días pasados escuché una noticia por radio en donde entrevistaron a un padre de familia sobre los destrozos que un grupo de muchachos habían cometido en el centro de la ciudad de México y declaraba que “actualmente las escuelas tienen la culpa de que los muchachos se comporten así debido a que ya no los educan como antes”.

Debo comentar que me impactó la declaración del entrevistado, tal vez se refería al mencionar “antes” a mi generación o a la posterior más reciente que corresponde a la de mis hijos. En cualquier forma, se le olvidó a esta persona (o a varias), que la educación de la infancia es una obligación que recae primeramente en los padres y en muchas ocasiones por no otorgarla como debieran, el producto es el niño malcriado que se obtiene de las cosechas que se produce en nuestro país.

Cuando encontramos niños mimados y pesimamente preparados para hacerle frente a la vida, es la actuación de sus padres que no están pendientes de enseñarles buenas costumbres, a trabajar y a instruirse, es la respuesta más frecuente que obtienen, al hacerlos ingratos por los diversos beneficios que reciben.

Esta es la parte importante que se debe atender para formar mejores ciudadanos, que corresponde precisamente a reorganizar la educación de la infancia. Todo plan que consienta y se desarrolle en el niño, su inclinación al egoísmo perjudica al propio niño como a la sociedad en que se desarrolla. Una resultante del comentario que se hace, es la conducta que se observa en los grupos inconformes, donde muestran la inquietud de sus líderes y que por egoísmo no aceptan el resultado obtenido.

Para no provocar este tipo de actuaciones vergonzantes, lo primero que debe inculcarse al niño por sus padres, es imponer las reglas a que se van a someter en el futuro. Encontramos el caso que cuando el niño es un bebé casi recién nacido, presiente que no le hacen caso y le provoca un llanto impresionante, por lo que los padres angustiados le ofrecen alguna bebida dulce y consiguen que deje de llorar y tal vez hasta conciliar el sueño; en otra ocasión cuando el bebé vuelve a llorar de peor manera, le repiten la misma dosis de refresco dulce, volviendo a conseguir que se duerma.

Con esta fórmula, el bebé aprende que cuando no le hacen caso debe llorar con fuerte impulso, con lo que consigue le den un dulce y repite esta hazaña cuantas veces quiera que le hagan caso. Lo impresionante de este simulacro, es que cuando crece sigue con la misma estrategia, logrando imponer su voluntad con sus padres, después de vivir varias etapas de: egoísta, voluntarioso, malcriado y hasta pandillero.

Esta situación puede cambiar, si desde un principio y al momento de establecer las reglas, implantan medidas disciplinarias; y si ambas partes aceptan el pacto y lo cumplen todo el tiempo, se obtendrán resultados positivos y así queda logrado el primer triunfo para siempre.

Será notoria la forma en que los niños van evolucionando y empiezan a responder en todas las etapas a las que se enfrente, porque los principios básicos de una buena formación, los lleva desde pequeño y estará apto para continuar una formación escolar completa, atendiendo desde un principio a normas de su aseo personal, cubriendo nuevas etapas escolares, deportivas y sociales, y lo conduce a una buena trayectoria, hasta que venciendo los obstáculos termina sus estudios, hasta llegar a ser un profesionista y lo que es más importante… “ser un hombre de bien y de provecho”.

Esta situación está basada en la disciplina impuesta por los padres y en el seguimiento que ejercen sobre sus hijos, para enseñarles que vivimos dentro de una sociedad organizada y si no aprendemos desde pequeños, las normas de buena conducta que impone la vida social, podemos exponer a los hijos a que otras personas sean las que incriminen nuevos métodos de conducta, sin importarles que pudieran causar algún daño en su personalidad.

Al no saber guiar a sus hijos, es la razón por la cual ahora, en la vida real, los padres quieren establecer una tabla salvadora, al ver a sus hijos en desgracia porque nunca estuvieron pendientes de su conducta, ignorando varios pasajes de sus vivencias, y hoy que ven un reflejo de su descuido, lloran plenamente para pedir ayuda de otras personas, al darse cuenta que ellos nunca supieron responder a su obligación y cumplir su compromiso.

 

 

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