Gooooooooool. |
Gracias
a la Selección Mexicana por habernos dado un sensacional domingo como regalo
del día del Padre, aunque en realidad todos sufrimos como una Madre. Las
estadísticas del juego estuvieron siempre a favor del equipo alemán (como se
dice en Beisbol -los momios-) y sin embargo, lo que vale,
es el número de veces que el balón atraviesa legalmente la línea de gol.
Esto
valió una sola vez en el partido con el vistoso remate que Hirving Lozano
colocó junto al poste derecho a los 35 minutos del primer tiempo fuera del
alcance del portero alemán Manuel Neuer. El futbol dispone de esa naturaleza en
una fecha tan importante.
Durante
el juego, se notaron las calles vacías y una playera verde sobrepuesta fue
suficiente para estar en comunicación. El zócalo de la Ciudad de México lució
lleno de gente con esplendorosas pantallas y las plazas en distintos lugares en
muchas ciudades del país estuvieron igual de aficionados.
En el
primer tiempo contra Alemania el Tri decidió volverse maravillosamente
incomprensible y dominó completamente al equipo que resultó campeón del mundo
en el torneo anterior. Durante el desarrollo del juego, se observó el recorrido
de Layún, el control de la pelota de Herrera, la entrega colectiva del equipo y
la acertada dirección de Osorio. La participación de los cronistas que cruzaban
sus lances de metáforas con elocuentes elogios para el equipo mexicano.
En el
descanso del primer tiempo ya daban ganas de ir a festejar, pero todavía
faltaba un segundo tiempo contra el equipo de los maestros trágicos del futbol
que se alimentan del dolor ajeno y lo han demostrado en cuatro ocasiones
anteriores que han resultado campeones del mundo.
Si en la
primera parte se cultivó el asombro, en la segunda se apostó por la tradición:
el equipo jugó contra si mismo, se observaron los cambios que mandó Osorio, retiró
a quien destacó como constructor del juego Carlos Vela, así como al autor del
gol el Chucky Lozano y el fantasma flotaba sobre la cancha, cuando Rafa Márquez
hizo su aparición con el brazalete de capitán que le entregó de manos de
Guardado.
Lo demás
es de sobra conocido por todos los mexicanos con el silbatazo final, se
desbordó la afición y la no afición, hubo vítores en el país y concentraciones de personas para
celebrar el triunfo de México sobre el equipo alemán. Acá en la Ciudad de
México se empezó a reunir la gente en el Monumento al Ángel, la calle de
Reforma se llenó de lado a lado como se observa en las fotografías de los
diarios.
México
necesitaba un triunfo de esta naturaleza, sobre todo en estos momentos que
todas las noticias diarias son negativas; sabemos que cuando queremos hacer un
propósito lo conseguimos y gracias a la Selección de futbol que nos puso la muestra,
debemos proponernos dar nuestro mejor esfuerzo en todo lo que tenemos como
responsabilidad hacer. Proceder con mesura y soñar con cosas más grandes.
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