Iniciado
el año, he escuchado los decires
“soplarán otros aires” y tal vez esa sentencia funcione ahora que estamos
respirando el aire del gobierno que nos da una esperanza de que los altercados
que hemos sufrido todos ellos durante cuatro años muestren otra fisonomía a un
país que se le atribuyen muchas víctimas y crueldades padecidas casi diario.
Otras
personas han lamentado otras adversidades y hemos atravesado por un pesimismo
que está de moda y que ha ocasionado muchos trastornos al país, tal vez por esa
razón esperábamos un cambio que muestre nuevos y mejores tiempos. Diríamos “La vida está hecha de momentos”. Pero en
esta ocasión cuando despertamos podemos comprobar en las primeras planas de los
periódicos que hemos subestimado por completo la capacidad de sadismo y
destrucción de los humanos por los actos vandálicos cometidos por grupos
radicales de delincuentes, por la serie de daños causados al país.
Y
aun así, la vida no se detiene, sigue su marcha en un viaje tan emocionante:
nuestras actividades continúan, las relaciones con los nuestros continúan, el
día es esplendoroso y el clima es ideal. Es por eso que nos duele mucho cuando
nos enteramos de acontecimientos obscuros que acontecen y sin embargo, seguimos
latentes y calladamente continuamos nuestras labores, para realizar nuestros
ideales y conseguir las metas propuestas.
A
veces somos muy exigentes, en vez de revisar nuestro entorno y alegrarnos de lo
que tenemos, vemos el vaso medio vacío, añoramos lo que nos falta y no podemos
poseer, sin tomar en cuenta que nuestra salud es buena, nuestras facultades son
mejores y tenemos un pensamiento que nos permite usar nuestro libre albedrío
para realizar nuevos proyectos. Pasamos el tiempo pensando que el trabajo nos
exige demasiado y que la naturaleza no nos da lo que verdaderamente nos
pertenece.
Debemos
ver las cosas con realidad, la vida es buena y por ese razonamiento tenemos la
obligación de mejorarla y apreciarla más. Si ninguno de nosotros está dispuesto
a devolver algo de lo mucho que ha recibido, nos estaremos burlando de nosotros
mismos, si nos ponemos a observar, veremos que estamos rodeados de privilegios.
Estamos
acostumbrados a disponer del exterior, no teniendo tiempo en nuestra
desenfrenada carrera de detenernos un poco, dar una mirada a nuestro interior
para mejorar nuestras propias vidas, tenemos la creencia que siempre será
alguien del exterior, que nos debe decir qué debemos hacer y cómo debemos
conducir nuestro destino. Debemos amar las pequeñas cosas de la vida que en
ocasiones se nos extravían en la polvareda ocasionada por nuestros frenéticos
días.
Qué
frio consuelo nos depara el destino cuando nos encontramos atravesando una
noche invernal. Por eso es bueno decir: esperar estos cambios que son muy
benéficos porque “La vida está hecha de
momentos” que podemos aprovechar para mejorar nuestras propias vidas…
A base de milagrosos momentos.
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