Qué
agradable sería que en nuestro país nuestra gente tuviera vocación para apoyar
una labor filantrópica para apoyar la causa que más le agradara y de la manera
que mejor pudiera desempeñar causas nobles para con los ancianos, los niños, la
educación, los enfermos o cualquiera otra labor que ayudara en forma directa en
la sociedad en general.
Las
cosas no son así ya que en encuestas que se han hecho por Universidades
extranjeras dedicadas a estas actividades, nuestro país ocupa los últimos
lugares en términos del porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), por lo que
de acuerdo a estos datos México recibe menos del 7 % de sus recursos de
donaciones privadas. Estos donativos constituyen solo el 0.04 % del PIB.
Lo
ideal sería que la gente diera algún donativo ya sea en dinero, en especie o en
tiempo sin esperar ni recibir nada a cambio. Esta labor equivale a una de las
satisfacciones más importantes de que puede disponer una persona. Sin embargo,
eso no ocurre así en nuestro medio tal vez por falta de cultura y por el
contrario, el dar se convierte en una situación imposible de ser realizada.
En
buena medida la palabra “Filantropía” se
asocia normalmente con dinero, se entiende como un donativo que dan los que
tienen a los que n tienen. Pero el concepto es todavía más amplio. Nuestras
leyes fiscales carecen de incentivos suficientes para tener oportunidad de
promover del sector privado, civil o empresarial, donativos suficientes para cubrir muchas de las
necesidades que tienen las Fundaciones y
las Organizaciones dedicadas a promover las obras de ayuda para beneficio de la
sociedad necesitada.
Como mexicanos debemos involucrarnos en la
operación que más nos atraiga y de la manera en que mejor nos convenga y mejor
resulte, pudiendo ser el caso de participar en forma activa, para lograr un
modelo de país sano y exitoso cuando sus habitantes se involucren como parte de
su actuación cotidiana, cuando una empresa lo hace como parte de su función y
obligación como ciudadano corporativo y cuando un gobierno le impulsa, reconoce
e incentiva.
Para
lograr estos objetivos, no importan las edades, ya que cualquier persona que lo
desee, puede participar a construir una sociedad más participativa que apoye la
reconstrucción de un frente único de ayuda, invitando a las nuevas generaciones
de jóvenes mexicanos que se involucren en estas tareas de ayuda para promover
el patrimonio material e inmaterial, que contribuya a fomentar la filantropía como
una cultura única en beneficio de la sociedad.
Si
todos participaran al servicio de nuestra comunidad, con su tiempo, su trabajo,
su creatividad y talento; en recursos económicos, desprendiéndose con un poco
de sus posibilidades de dar; sería mucho lo que se podría lograr para conseguir
un mejoramiento y avance de lo que todos pretendemos para un futuro mejor.
El
autor forma parte del Patronato de la Fundación Matías Romero en su calidad de
Patrono Tesorero, por lo que invita a las personas que deseen colaborar para
apoyar y ayudar a quienes verdaderamente lo necesitan. Sus aportaciones las
pueden hacer a cualquier Fundación que seleccionen.
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