El
pasado domingo se celebró en nuestro país el “Día del Padre” que es una festividad más o menos de reciente
creación formal, ya que desde los años cincuenta existe el antecedente de
festejo en las escuelas primarias de inicio, y hace aproximadamente diez años
que los comerciantes vieron la forma de promover sus ventas y como ya existía
la celebración del día de las madres, iniciaron campañas para que se
introdujera la costumbre en nuestro país para practicar esa moda, el tercer domingo del mes de junio y
pusieron mucho interés de fijar hábito de hacerlo cada año para exaltar la
figura paterna.
En
la actualidad esta fecha ha recibido críticas por el exceso de madres solteras
que predominan en nuestro medio y se ha observado el abandono en que los padres
de familia resultan desconocidos, considerando que las madres son las que
desempeñan la función de papá y mamá, lo que ha originado menciones de que esos
casos también deben ser celebrados en la misma fecha que a los padres. Estos son
argumentos de menor trascendencia que no influyen en la finalidad que se
persigue.
Considero
que el ser padre representa una responsabilidad ante los hijos que difícilmente
meditamos para tener la satisfacción de que les estamos dando los elementos suficientes para su
formación, pero es necesario tener presentes cuáles son nuestros objetivos. Tomar
en cuenta que es necesario estimularlos en la dirección de sus sueños y reconocer
que no siempre estarán de acuerdo con nuestra manera de pensar, por lo tanto querrán
marchar a su propio ritmo y con frecuencia mucho mayor de lo que nos gustaría,
porque con frecuencia adoptarán una opinión contraria a la nuestra, sobre lo
que consideran que está bien para ellos; que tienen su propia manera de pensar
y aceptar sus creencias que pueden ser muy diferentes a las nuestras.
No
hay nada más estimulante en nuestra vida que ser padre. Debemos dejar el timón
a nuestros hijos, para que manejen sus propias decisiones. Nuestra realidad
será dejarlos que ellos se hagan cargo de sí mismos, darles la oportunidad de
ser responsables y de que tomen sus propias decisiones, necesitan asumir
responsabilidades propias y no acostumbrar a que sus padres las asuman por
ellos, pueden aprender a confiar en sí mismos haciendo y no viendo, como otra
persona hace las cosas por ellos.
A
los hijos se debe darles seguridad interna, ese sentimiento de tener fe en que
serán capaces de desempeñarse en cualquier circunstancia y hacerles sentir la
confianza en sí mismos y la seguridad radica en su interior que está basada en
conocimientos, experiencia y capacidad. Lo importante es hacerles sentir que no
deben confiar en nadie más que en ellos mismos.
Es
muy difícil transmitirles los conocimientos que nosotros hemos acumulado, pero debemos
inculcarles que vivan el momento presente; es en esencia, una actitud. Hacerles
sentir que la vida es un milagro apasionante y por lo mismo disfrutar todo
momento presente, no vivir en el pasado ni tampoco angustiarse por las cosas
que ocurrirá en el futuro.
He
conocido muchos casos de gente que se angustia por lo que pudiera ocurrirle en
el futuro y se preocupa de todo lo que hace sin poder tener tranquilidad y paz
interior y tengo presente un pensamiento que encontré hace varios años en
algún libro que me hizo reflexionar y es
el siguiente:
“Primero
me moría por terminar el bachillerato y empezar la universidad.
Y
luego, me moría por terminar la universidad y empezar a trabajar.
Y
después me moría por casarme y tener hijos.
Y
más adelante, me moría porque mis hijos crecieran lo bastante para ir a la
escuela,
para que yo pudiese volver a mi trabajo.
Y
entonces me moría por retirarme.
Y
ahora, que estoy muriéndome… me doy cuenta de pronto…
me olvidé
de vivir.
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