Tal
vez cuando muy joven decidiste dedicar tu actividad a lo primero que llamó tu
atención, esto fue dedicarte a desarrollar la primer oportunidad de trabajo que
tuviste enfrente, tal vez porque estabas escuchando lo que otras personas, tus padres
en particular, te decían y de esa forma iniciaste un camino vocacional,
probando diversas tallas de vida hasta que encontraste una que se ajustó a tu
medida, aunque no sentiste que se ajustara verdaderamente a tu gusto.
En
esas fechas de juventud proseguiste el viaje pero y con el tiempo, observaste
que te quedaba pequeño para tu capacidad. Te dabas cuenta que no estabas
avanzando en la dirección que tú deseabas, pero al menos tus movimientos
cotidianos te resultaban conocidos y familiares y te daban una seguridad, lo
que te hacía sentir firme en tus propósitos en este mundo de incertidumbre,
sentirte estable y con protección, pareció ser la definición emocional
adecuada.
Es
posible que en esa actividad, hayas adquirido mucha experiencia en un campo
determinado pero que ya no te causa ninguna satisfacción. Has meditado que hay
otra actividad que te atrae en secreto a la que desearías dedicarte, pero el
reto parece demasiado alto. Tal vez la sola idea que desconoces la gran obra
que te aguarda te consterna y te preocupa seguir. No saber que quieres hacer
puede ser muy desconcertante, quieres continuar para alcanzar ese propósito,
pero te das cuenta que estás inmovilizado ante las opciones y los riesgos que
eso ocasiona.
El
solo hecho de pensar en todos los pasos que debes seguir para conseguir un
objetivo que en principio desconoces y en seguida existen muchas razones para
aspirar a un cambio de vida, es la razón que tendrías que dejar tu trabajo
actual para perseguir otra actividad que en realidad sientes que te agrada y
que podrías desempeñar mejor, pero mientras tanto que podrías hacer para
financiarte, ¿corriendo el riesgo de morirte de hambre?
Ya
has hecho anteriormente el intento de cambiar de trabajo y el simple hecho de
pensarlo ya te causa alguna extrañeza difícil de vencer, porque únicamente te
has quedado en el intento porque al momento de hacer lo que quieres, acabas por
desistir, esto es en los primeros intentos “has
tirado la toalla” y nunca te has podido explicar por qué.
En
ocasiones pasadas, has tenido en mente mejorar tu condición, y para ello
quieres hacer tantas cosas, que finalmente fracasas al momento de decidir el
inicio, sin saber por qué, solamente tratas de defender tu seguridad y vivir el
momento de lo que ya dispones y te sientes incapaz de hacer un cambio en tu
vida. Existen casos que tenemos en mente varias cosas a realizar y no nos
decidimos cuál es la que nos conviene seguir; es decir quiero hacer tantas
cosas que no eres capaz de quedarte con una sola.
Algunas
veces ocurre que estás muy diestro en lo que has venido haciendo siempre y
gozas de alguna aceptación y surge una duda al querer cambiar de actividad con
la siguiente pregunta: ¿Cómo voy a dejar lo que hago por intentar algo nuevo;
de qué voy a vivir si cambio de ocupación? Y de aquí se derivan otras variantes
de duda que obstruyen la decisión de cambiar de actividad por ejemplo: “No tengo ni idea de qué hacer ahora”, “He
probado tantas cosas, y no hay nada que me agrade de verdad”, “El mundo no me
da ninguna oportunidad” Y otras tantas que te surgen y hacen pensar más en
la resistencia al cambio.
Eres
o no consciente de ello, siempre hay alguna razón de lo que haces o no, por
todas las acciones que tomas o descartas. Tu avance en la decisión es lento o
nulo si no sabes lo que te está reteniendo. El precio que pagas por tu única
decisión, tal vez parecerá elevado, pero… ¿Quién
de nosotros puede permitirse el lujo de continuar su vida derrochando su propio
yo?