Todos
los meses de enero son iguales en la forma de pensar de las gentes, debido a: escuchar
siempre en los medios, en grupos organizados, en el sentir de la gente, en
nuestros amigos y hasta entre nuestros familiares que hablan de: “el aumento de impuestos” “el aumento de precios en alimentos” “en la gasolina” y hasta se
ha dado en llamar por los comerciantes “la
cuesta de enero”. Pero estos diálogos son propios en todos los hogares al
menos en nuestro país, yo recuerdo desde mis primeros años, cuando mamá hablaba
con papá y le decía que todo estaba subiendo de precio y el dinero no alcanzaba
para las compras; lo cierto es que durante el curso de esos años, todo salía
bien y en casa se adaptaban a las nuevas necesidades.
Es
muy posible que la actual “crisis
económica” te haya afectado especialmente a ti y a tus familiares, y es muy
difícil suponer que exista alguna persona a la que no le haya alcanzado aunque
sea indirectamente. Se dice que a la clase acomodada económicamente no le
afecta y que a la gente muy pobre no le afecta; yo no lo creo en mayor o menor
grado le golpeó el bolsillo. Mucha gente está rehaciendo sus expectativas de
gustos y rutinas, lo que le permite una buena vida, redefiniendo sus valores,
reordenando sus prioridades y aceptando
el reto de hacer de la necesidad una virtud.
Por
todas estas causas que nos afectan en nuestro medio de vida, la gente está muy
preocupada y por lo mismo es muy fácil caer en las garras de una depresión emocional en el seno de una
crisis económica que le complica la existencia y le puede originar un estrés inesperado
que por la serie de preocupaciones le puede ocasionar algún trastorno en su
salud y las cosas se complicarán más todavía en su existencia. Es fácil
contemplar el mañana con pesimismo cuando tenemos un presente tan impreciso.
Lo
más adecuado es dejar de pensar en las carencias y de ser necesario, debemos
hacer algunos cambios en nuestras costumbres y en nuestros hábitos, dejando
volar la imaginación para que esos cambios sean perdurables y en la medida de
las necesidades, empezar a estructurar un criterio económico basado en la
valoración de tus ingresos netos personales y por lo tanto de tu felicidad.
Lo
importante es que no te inquietes; el optimismo como el hábito de la felicidad
puede irse aprendiendo poco a poco. Empieza hoy mismo con un pequeño
experimento en tus hábitos personales. Empieza manifestando siempre expresiones
de buen humor y sonríe a las personas con las que te encuentres; sobre todo ten
confianza en ti mismo hoy y ten confianza en que va a pasarte algo bueno,
olvidando hechos pasados que pudieron haber inquietado tu tranquilidad. Date
cuenta que eso ya pertenece al pasado para que no te siga lastimando su recuerdo
y debes dejarlo pasar, recuerda el rostro del nuevo día en la seguridad de que …
¡Un mundo de sencilla plenitud te espera!
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