LA SOLEDAD QUE VIVIMOS. |
La
vida actual nos ha impuesto muchas modalidades, tal vez por el crecimiento de
población, las nuevas técnicas, el avance de la ciencia en el campo de la
investigación, en el área de las comunicaciones, todo ello ha contribuido a que
en las grandes ciudades se viva más aprisa y por lo mismo cada quien subsiste
para atender sus problemas, y por lo mismo se observa que la gente vive cada
vez más separada de sus semejantes originando una serie de rutinas que le va
aislando de ellos entre sí, y sin cerciorarse bien de su vida, aprende a
permanecer con frecuente soledad.
Reconocido
el caso de los alcohólicos anónimos, agrupados en organizaciones civiles,
varios de ellos han reconocido que la soledad es la que les obligó a iniciarse
en la bebida, hasta encontrar en ella un aliado eficaz para poder huir de la
realidad.
En
otros niveles de población se ha llegado a determinar que la soledad no
considera edades ni condiciones sociales de población, se encuentra desde
pequeñas edades como son los niños, cuyos
padres no les prestan la debida atención y les hacen vivir en una
marcada soledad que les afecta en su estado de ánimo por sentirse
incomprendidos al estar separados de ellos.
En
los matrimonios actuales en donde ya casados o viviendo en pareja, se sienten
extraños el uno al otro, aun cuando se considera que viven en la mayor
intimidad y aun en estas condiciones, se dan diversos casos en que no llegan a
conocerse y su circunstancia les hace vivir en forma distante, en perjuicio de
sus relaciones que cada vez se ven más deterioradas.
Tal
vez los dramas más fuertes de soledad,
se localizan en los ancianos que al llegar al ocaso de sus vidas, a menudo les
hacen sentir, o ellos mismos se sienten inútiles e indeseados y en esas
condiciones consideran que son una verdadera carga para sus familiares cuando
los marginan y aun en hogares con familias numerosas, viven en forma aislada
por el trato que reciben, al sentirse que son una carga improductiva.
Mucha
gente se preocupa por permanecer en grupos organizados como son los clubes,
donde forman parte de equipos deportivos, participando en diversas competencias;
o bien, acuden por sistema a funciones en teatros, salas de conciertos, visitas
guiadas a museos, participan en fiestas con diversas celebraciones, o se
inscriben en viajes, en seminarios o convenciones para asistir a numerosas
poblaciones. Y finalmente nada consiguen con ello, siguen sintiéndose en medio
de una soledad constante.
Quienes
se encuentran ante este dilema, deben reconocer primero que se encuentran en un
estado de soledad, y admitir que es
un malestar que está minando su dicha y privándoles de cuanto tiene la vida de
brillante y hermosa y que continuar en ese estado, puede llegar el momento de
afectarle su salud con una grave enfermedad.
Debemos
tomar en cuenta que hay momentos en la vida que necesitamos de ciertos períodos
de aislamiento, ya sea por algún tratamiento especial, por fortalecimiento de
nuestro vigor físico y espiritual, o como un retiro temporal que puede
prolongarse a las necesidades; o bien, al gusto de la persona que lo lleva a
cabo. Hay casos de personas que sienten la necesidad de pasar a solas algún
momento de su vida que puede prolongarse por mucho tiempo, pero que para ello
han aprendido a hacer fructífera su voluntaria soledad.
En
estas condiciones, es importante la diferencia que existe entre soledad y aislamiento, porque hay mucha
diferencia entre estas dos actitudes. El aislamiento
es capaz de producir la soledad y con frecuencia así lo hace, aunque no siempre
ocurre así; cuando esa reclusión es prolongada, puede sostener una constante
comunicación con los medios electrónicos actuales a diferentes lugares o
países, a cuyos interesados les brinda respuestas de ayuda y aliento en mejora
de sus vidas.
En
todos los casos de soledad, debe
encontrarse la mejor respuesta para encontrar el gozo contagioso para
fortalecer el alma, en ese sentido sí podemos influir con alegría, para
encontrar el lado amable que perdure en gozar los momentos que nos producen
felicidad y dicha eterna.
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