Dignificar al anciano. |
(Como una muestra de respeto a
todos los ancianos en su día, y hago mención especial de la “Casa Hogar para ancianos, Asilo Matías Romero” del que me honro en
colaborar con su Patronato que lo rige).
Con
frecuencia escuchamos declaraciones en diversas capas sociales referidas al crecimiento de población, sobre
el tema de que somos muchos los habitantes de la tierra y como consecuencia a
la escases de implementos como: agua, alimentos y otras provisiones necesarias
para la alimentación de la creciente población en el mundo. Lo cierto es que se
ha desatendido el crecimiento en número de las personas de la tercera edad que no deja de aumentar, en especial en latino
América donde se observa el crecimiento
del ocio que incita a los poderes públicos a ir adelantando la edad de
jubilación, así como la nueva hornada de jóvenes que año con año buscan empleo,
empujando a las personas mayores hacia la puerta de salida para la ocupación de
esos lugares de trabajo.
Debemos
recordar que con al paso del tiempo, el cuerpo envejece sin control alguno de
dominio, porque ha sido programado para cumplir las reglas del condicionamiento
colectivo. Si hay algo que es natural e inevitable es el proceso de envejecimiento, pero también es verdad que cuando se inicia
este proceso que llamamos tercera edad o vejez, muchas vidas ya están trazadas
y las jugadas ya están hechas. En parte las hemos hecho nosotros mismos, y en
parte han sido las circunstancias de la vida la que ha otorgado la posibilidad
de ser afortunados o no, así como la
falta de previsión para conseguir una buena posición económica y puede que sea
demasiado tarde para remediarlo. Aunque muchas personas encuentran que la situación de que disponen en
este momento es casi definitiva, pero todavía pueden reconstruir otro escenario
favorable.
Se
dispone de tiempo para plantearse nuevas metas y nuevas razones para vivir,
mediante el inicio para descubrir o entender, las reglas y conseguir nuevos
amigos, nuevos afectos, nuevas ocupaciones, incluso nuevas ideas para realizar
nuevos proyectos de vida.
Lo
cierto es que actualmente nuestro país dispone de seis millones ochocientos mil
ancianos de la tercera edad y en gran parte formado de “ancianos jóvenes”, que se han visto obligados a jubilarse prematuramente,
ante el problema de: ¿no saber qué hacer con los días súbitamente vacíos, que
ya no están organizados con arreglo a un contrato de trabajo? ¿Cómo vencer la
frustración obstinada, por el hecho de sentirse con plenas facultades, pero
hasta cierto punto, relegados? Este problema no se había presentado
anteriormente en nuestro país, donde la
disminución de energía física se compensaba con una mayor experiencia obtenida
durante sus largos años de servicios prestados a esas empresas, a las que ahora
ya no los contratan.
Las
empresas en su actividad de producción o de servicios que ofrecen al público,
ignoran totalmente al personal mayor de 60 años y se ha observado como una gran
conquista obtenida, que las grandes tiendas de autoservicio departamental,
aceptan a los ancianos, sin pago de sueldo, en su calidad de “cerillos”, solamente para manejar la envoltura
de mercancías, desperdiciando su talento que puede ser utilizado por la
experiencia de la que disponen, como instructores en la formación de los jóvenes; o bien, procurando una mejor
adaptación al mercado de trabajo activo, con una modificación a las leyes
laborales, impartiendo una educación permanente que faculte al trabajador a un
envejecimiento que le permita estar actualizado en labores especializadas,
evitando rutinas agotadoras y le permita fortalecer su espíritu en su carácter
como persona, enalteciendo su labor, en beneficio de una jubilación digna y progresiva.
Dr. Muy lindo!!! lo paso al Ing. Franco. Saludos
ResponderEliminarMargarita
Muy amable por su opinión. Espero me lea. Saludos.
Eliminar